Mayıs 11, 2024

La volvía loca por detrás.

ile admin

La volvía loca por detrás.
Llevaba algo menos de un mes saliendo con una chica de mi facultad, una chica bajita, rubia de ojos azules, delgadita, con un buen par de tetas y con un culo duro y redondito, que hacía que atrajese las miradas de todos los chicos (y de alguna chica, me consta) de la cafetería de la universidad. La verdad es que era una chica muy simpática, lista, inteligente, con gran sentido del humor…es decir, una chica 10.

Estábamos un sábado por la noche cenando en un restaurante en Madrid y hablando y hablando, la conversación derivó en el sexo: cuando fue nuestra primera vez, con cuantas personas nos habíamos acostado etc… cuando de pronto, mirándome a los ojos, me preguntó si alguna vez había practicado sexo anal. Yo me quedé un poco cortado por la pregunta tan directa y contesté que sí, que lo había hecho alguna vez pero que a las chicas normalmente no les gusta mucho porque duele, les da corte… La verdad es que sólo lo había hecho una vez con una mujer bastante mayor que yo, pero esa es otra historia que ya os contaré. Yo le pregunté a ella lo mismo y su respuesta me dejó sorprendido. Mirándome a los ojos, con cara viciosa me confesó que la encantaba el sexo anal, que literalmente la volvía loca que la diesen por el culo y que tenía unos orgasmos muy intensos.

En ese momento me empecé a excitar como un perro y ella, a medida que iba hablando ella se empezaba a poner también muy cachonda. Decidimos terminar de cenar e ir a tomar una copa por la zona de Huertas. Estábamos en un pub bailando, riéndonos y la tomé por la cintura y ella empezó a mover despacito su culo duro y redondo contra mi polla, la cual se empezó a poner dura como una piedra:

– ¿Te gusta mi culo? – me preguntó al oído – A mí me gusta sentir tu polla rozándose en él.
– Uffff, me encanta tu culo rubia, me lo comería entero.
– ¿Sí? Yo quiero que me lo comas. ¿Nos vamos?

Nos fuimos a mi casa y nada más entrar nos empezamos a besar como locos en el pasillo. Me desabrochó el pantalón y cogiendo mi polla se la metió en la boca empezó a chuparla como una posesa. A renglón seguido la cogí en brazos y la llevé a la habitación.

– ¡Cómeme el culo! ¡Cómeme el culo, joder! – me dijo de modo severo.

Y como soy un chico muy obediente, me arrodillé, levanté su falda, aparté su minúsculo tanga y dejando al descubierto “el secreto” de su redondo culo, empecé a lamerlo y a lamerlo mientras metía dos dedos en su húmedo coño. Ella gemía de placer sobre todo cuando metía mi lengua en su estrecho y sabroso agujero. Nos tumbamos en la cama e hicimos un 69: yo lamía su coño y su culo y ella me chupaba la polla y acariciaba mi agujerito.

Se puso encima y empezó a cabalgar. Estábamos excitadísimos y por un momento temí correrme demasiado pronto, pero me pude controlar, cosa que ella no hizo: se corrió enseguida y dejó todo su flujo encima de mí.

Se quitó de encima y poniéndose a cuatro patas me dijo:

– ¡Métemela por el culo! ¿A qué esperas?

Nunca la había visto tan cachonda. Empecé a lamer de nuevo su culo y a meter mis dedos en su agujerito: primero uno, dos, tres… Notaba cómo se dilataba su ano y cómo ella gemía de placer.
Me coloqué un preservativo y unté mi polla y su culo de lubricante. A renglón seguido ella tomó mi polla con la mano y se la acercó a la entrada de su culo:

– Métemela – dijo mirándome a los ojos.

Empecé a meter y sacar muy despacio mi capullo en su culo. Poco a poco la iba metiendo más dentro. Ella gemía como en una peli porno y yo me estremecía de placer al notar mi polla dentro de su jugoso, estrecho y blandito culo. Aceleré el ritmo y me puse en cuclillas sobre ella. A medida que mi polla entraba y salía de su culo, mis huevos golpeaban en sus nalgas.

Casi a punto de correrme me quité, ella se puso en cuclillas encima de mí, cogió nuevamente mi polla y se sentó sobre ella, metiéndosela por el culo sin ningún esfuerzo ni dolor. Uffff, yo estaba casi a punto y terminé de correrme cuando ella empezó a botar sobre mi polla sin parar.
¡Dios! Me corrí como nunca y ella igual. Fue tremendo. Me besó y mirándome a los ojos me dijo:

– Me ha encantado, me lo has hecho muy bien.
– Es que tienes un culo que sólo puede follarse bien.
– Ja ja ja ja ja ja – rió ella.
– Es cierto – dije yo riéndome.

Hoy, cuando pienso en ella, tengo muy claro que no mentía cuando me dijo que la volvía loca que la dieran por el culo, porque desde entonces y durante el tiempo que estuvimos saliendo juntos, cada vez que empezábamos a follar, enseguida se ponía a cuatro patas, me ofrecía su culo y me pedía, casi me ordenaba, que me la follase.