Ağustos 24, 2021

La esposa del pastor

ile admin

Babes

La esposa del pastor
Soy el propietario de un CiberCafe ubicado en la zona metropolitana de la Ciudad de México, ahí fue donde lo conocí, era un hombre de unos 60 años, regordete, moreno, cabello rizado, dientes chuecos, de apariencia aburrida y algo torpe al hablar. Siempre trato con cortesía y respeto a mis clientes y él no fue la excepción. Se convirtió en un cliente recurrente así que pronto hicimos amistad, supe que se llama Miguel y es pastor de una congregación evangélica denominada MIEPI que se encuentra muy cerca.

Un día llegó acompañado de su esposa, una mujer muy bonita, de unos 55 a 58 años, de piel muy blanca, sin una gota de maquillaje, cabello negro y lacio, ojos cafe claro, sonrisa angelical y vestida muy cubierta, con falda larga como acostumbran vestir las mujeres que practican su religión. Miguel muy atento nos presentó.

– Hola Sebastian! Dios te bendiga! Como estas?
– Muy bien pastor Miguel gracias! – conteste – Como estan ustedes?
– Muy bien, y apurados como siempre. Mira, ella es mi esposa. Rocio, el es Sebastian, el propietario de este lugar.

Me levanté de mi silla para estrechar la mano de Rocío y besarla en la mejilla, con todo respeto, como acostumbramos en México.

– Que gusto conocerte Rocio!
– Al contrario, el gusto es mío Sebastián
– Pues bienvenidos, en qué puedo servirles?

Al saludar a Rocio me impresionó su sonrisa, aquella sonrisa tan tierna y tímida que iluminaba todo el lugar.

– Necesito que por favor ayudes a mi esposa a llenar estos reportes de contabilidad y… bla bla bla!

Sus visitas a mi establecimiento se hicieron recurrentes, me convertí en algo parecido a su secretario, les ayudaba a redactar cartas, reportes y enviar correos electrónicos referentes a cosas de su congregación. A veces venía Miguel, otras veces venía Rocío y en ocasiones alguno de sus tres hijos. Eran una familia bastante decente, muy metidos en su religión. Incluso en la comunidad eran respetados por ser los pastores de aquella iglesia MIEPI a la que en varias ocasiones me invitaron a asistir.

En las ocasiones que Rocío me visitaba fuimos tomandonos confianza, siempre de forma muy respetuosa bromeabamos y nos reíamos mientras trabajabamos juntos. Aquella mujer era como un ángel!

Poco a poco me dí cuenta que debajo de toda esa vestimenta religiosa, decente y “cristiana” había un cuerpo delicioso, muy bien formado, el cuerpo de una mujer madura de caderas anchas, cintura muy marcada y unos pechos hermosos. Pero lo que en verdad me volvía loco era su trasero, a través de esas faldas largas, a veces un poco ajustadas, se notaba que tenía un par de buenisimas nalgas redondas, paraditas, de esas que nos hacen voltear a ver. Y ahora, cada vez que Rocío se despedía de mí, yo no perdía la oportunidad de ver el marcado movimiento de su trasero mientras se retiraba hacia la puerta. La empecé a desear tanto pero mi conciencia me recordaba que era una mujer de Dios, una religiosa, era la esposa de un pastor.

Una ocasión Rocio vino muy tarde a hacer un trabajo, ya casi era la hora del cierre, quizá serían alrededor de las 9.45 pm.

– Hola Sebastian! Dios te bendiga – me dijo –
– Hola Rocio! Gracias! En qué puedo servirte?
– Perdóname por venir a esta hora y tan apurada pero debo entregar estos reportes mañana
– Uff! Es mucho trabajo! No creo que podamos terminarlo, ya casi es hora del cierre.
– Lo sé Sebastian, por eso estoy preocupada. Como ves? Podremos avanzar por lo menos con algo?

Al pedirme ayuda con su trabajo me sonrió de la forma que no podía negarme a ayudarle.

– Claro que si! No te preocupes. Cerraré a las 10:00 pero aquí seguiremos trabajando hasta terminar, te parece bien?
– Me parece muy bien! Muchas gracias Sebastian, eres muy amable!

Empezamos a avanzar con su trabajo y cuando salieron mis últimos clientes del día, cerré el lugar. Nos quedamos solos. Mientras yo ponía los candados y aseguraba las cerraduras ella tomo su telefono y llamó a su casa.

– Miguel? … Estoy con Sebastián en su CiberCafe, estaremos aquí hasta un poco más tarde, me está ayudando a terminar los reportes que debo entregar mañana … Si, al rato que terminemos te llamo para que vengas a recogerme… Bye!

Continuamos con su trabajo y 5 minutos más tarde sonó su teléfono.

– Si, diga? … … … Uy que alivio hermano! Entonces será hasta la próxima semana! Gracias por avisarme! Dios le bendiga, bye!

Alguien acababa de avisarle por teléfono que habían cambiado la fecha de entrega de aquel trabajo. Así que que ya no había urgencia de terminarlo hoy, podríamos hacerlo durante la siguiente semana.

– Perdoname por tenerte tan apurado Sebastián, durante la próxima semana me ayudas a terminar, si?
– Claro que si, pero ven un poco mas temprano para no estar tan presionados con el tiempo, va?
– Perfecto! Bueno, voy a marcarle a Miguel para que vengan a recogerme…

Yo no quería dejar pasar esa ocasión para decirle a Rocío que me encantaba, era una oportunidad perfecta y única pero disponía de muy poco tiempo. No me imaginaba lo que estaba a punto de pasar. Puse mi mano sobre la suya que estaba sobre el escritorio y le dije:

– Antes de que llames a Miguel, quiero aprovechar respetuosamente que estamos solos para decirte algo que me he guardado desde hace tiempo, pero creo que mereces que te lo diga. Y lo digo con todo respeto.
– Dime Sebastián – me dijo –
– Es que eres una mujer con un carácter hermoso, me encanta tu sonrisa, tu forma de ser, y también debo decir que físicamente estas hermosa eres como un ángel que vino del cielo. Debo reconocer que tienes un cuerpo precioso que muchas mujeres envidiarian. – Rocío se apeno y empezó a sonrojarse – Eres un bombón completamente antojable!
– Sebastian! – me dijo entre risas nerviosas – Ahora si me sorprendiste! Mira como me puse colorada!
– Por favor no te ofendas, hace tiempo buscaba la oportunidad de decirtelo.
– Es que no esperaba que me dijeras todo esto, soy la esposa de un pastor evangélico y nunca esperé que alguien se atreviera a decirme las cosas que tu me has dicho. Y mucho menos imaginaba que tu me vieras de la forma que lo haces.
– Honestamente yo solo digo lo que veo!
– Que pena contigo Sebastian! Mira, me puse colorada! Pero que lindo, eres muy amable por decirmelo. Y no me ofendo, al contrario, me haces sentir muy bien con tus palabras. Extrañaba que alguien me lo dijera.
– Me encantas Rocio! Eso es lo que tenía que decirte… Ojala hubiera encontrado a una mujer como tú… No hay problema, verdad? Seguimos siendo amigos?
– Claro que si Sebastian! Y otra vez gracias por tus palabras! Y gracias tambien por tu ayuda y perdón por tenerte aquí trabajando hasta estas horas…

Me levanté de la silla, salí de detrás del mostrador para despedirme de ella, como siempre acostumbramos hacerlo. Estreche su mano y me acerque para besarla en la mejilla cortésmente pero ella me beso a media boca! Quedé sorprendido y sin saber que hacer y decir.

– En verdad me encanto lo que me dijiste Sebastian.

Me miró con una sonrisa traviesa, entonces yo sin titubear me acerque esta vez con toda la intención de besar su boca. Ella correspondió con el beso más suave que jamas habia probado. La tome por la cintura y ella me abrazo por la espalda. Pronto ese beso se convirtió en lujuria y nuestras lenguas se encontraron. Sabiamos lo que pasaría y teniamos poco tiempo antes de que su esposo viniera a recogerla.

A mis 30 años y ejercitandome con regularidad 4 o 5 días por semana, mi miembro reacciona perfecto e hizo lo que tenía que hacer. Inmediatamente mis 16 centímetros estaban duros como una roca, ella lo notó.

– Sebastiaaan!! – susurro entre gemidos y seguimos besandonos –

Tomé su mano derecha y la deslicé hasta tocar mi miembro.

– Dios mio! Sebastiaaan! – dijo ella sorprendida – Esta durisima!

Deslice mis manos hacia su trasero, ese trasero que había deseado tanto tiempo. Era un par de nalgas increíbles! Subí su falda para poder tocar su piel. Era una sensación deliciosa. Metí mis manos debajo de su pantaleta y por fin tuve ese par de nalgas entre mis manos las cuales no alcanzaban a sostenerlas completamente, no lo podía creer! Eran unas nalgas perfectas, eran las nalgas de una diosa!

Al mismo tiempo ella desabotono mi pantalón y mi verga salto golpeando contra su cuerpo, ella la tomó con su mano suave y delicada y empezó a masturbarme de forma muy violenta. era una sensacion increible! Sabía hacerlo muy bien.

Seguimos besándonos de forma lujuriosa. Sabiendo que teníamos poco tiempo, la voltee de espalda contra mi y segui besandola, boca, cuello, oreja, nuca, boca, lengua. Ella respiraba agitadamente y yo también. Ella no soltaba mi verga y de espaldas contra mí continuaba con el movimiento violento. Desabotone su blusa, baje su brasiere, descubrí un par de hermosos senos aún más deliciosos de lo que había imaginado. Los amasé con fuerza. Sentí sus pezones duros.

Ella no soltaba mi verga, como si fuera algo que tuviera que aprisionar y no dejar ir. Yo sentia riquisimo y supe que no tardaría mucho en terminar. Me estaba llevando al cielo! Levante su falda, esta vez por enfrente. Santo Dios! Su pantaleta estaba inundada de placer. Metí mi mano debajo para descubrir ese manantial que fluía miel y abundante placer rodeado de un bosque de vello púbico que el pastor Miguel había dejado de explorar hace mucho tiempo. Entonces fue cuando toque su botón de la felicidad, ella reaccionó empujando fuertemente su culo contra mi cuerpo.

– Sebastiaaaan! Ay Sebastiaaan! Que rico! – dijo con voz entrecortada –

Introduje mi dedo medio en su vagina. Después fui a su clítoris y lo masajee, otra vez explore su vagina. Por tercera vez toque su clítoris y ella no resistió más, pude sentir como su cuerpo se puso tenso. Gimió fuerte. Un temblor de escalofrio recorrio todo su cuerpo mientras dejaba escapar placer en forma de gemidos. Estaba teniendo un orgasmo intenso! En ningún momento soltó mi verga y yo no resisti mas, dispare un chorro de semen que fue a dar hasta el escritorio! Es el orgasmo mas rapido que alguien me hubiera provocado antes pues apenas habían pasado unos 5 minutos desde el primer beso!

– Sebastiaaan! Mira lo que estamos haciendo – dijo apenada, mientras cubría su rostro con una mano y su pecho con la otra.

Yo con el pantalón desabrochado y a media pierna, mi verga no perdió firmeza. Ella con la blusa desabotonada y los pechos por fuera. La tomé por la cintura, la acerque a mi y la bese nuevamente, me abrazo por la espalda.

– No había sentido nada parecido a esto, me tiemblan las piernas.

Me quite el pantalon y los tenis. Le ayude a sentarse sobre un escritorio. Ella abrió las piernas para recibirme y nos seguimos besando. Otra vez las cosas fueron subiendo de intensidad. Rocío se estaba quemando por dentro y yo sería el encargado de apagar ese fuego, pero preferí encenderlo aún más!

La recoste sobre el escritorio, subí sus pies a mis hombros solamente mientras le sacaba la pantaleta a media pierna, apenas dando espacio para penetrarla.

– Dios mio! Que estas haciendo! Sebastián! – dijo agarrando fuertemente su pantaleta para evitar que se la quitara totalmente –

Me arrodille y me dispuse a beber la miel que fluía a chorros de su cuerpo.

– No Sebastián! Eso no! – dijo ella mientras suavemente abría sus piernas hasta donde su pantaleta a media pierna se lo permitía, ofreciendome el paraíso –

No teníamos mucho tiempo disponible. Inmediatamente hundí mi lengua en su intimidad y lamí lo más profundo que pude. Fui a su clítoris, lamí, chupe, volví a lamer de todas las formas que sé hacerlo. Ella trataba de agarrarse al escritorio y luego presionaba mi cara contra su cuerpo. No dejaba de gemir de placer, yo sostenía sus piernas al aire. Estuvimos asi quiza otros 5 minutos.

– Ay que rico! Asi, asi! No pares! Sigue asi, asi, asiiiiii!! Me vengo otra vez Sebastián! Ay me vengooo!! Aaaaaah!! – dijo con voz temblorosa –

Su cuerpo brinco varias veces sobre el escritorio con espasmos incontrolables mientras sus piernas no dejaban de temblar. Había tenido un segundo orgasmo y eso me hacía sentir muy bien.

Me incorpore frente a ella entre sus piernas abiertas y le deje ver mis 16 potentes centímetros apuntando hacia el cielo. Sostuve sus piernas por los tobillos. Sus tacones también apuntaban hacia el cielo, su falda subida a la cintura. Su pantaleta enrollada apenas a media pierna, su blusa abierta, su brasier por debajo de sus hermosas tetas de piel muy blanca, sus pezones rosados, su cabellera despeinada cubriendo el escritorio. Y esa sonrisa angelical enmarcada por sus mejillas coloradas y respiración agitada.

– Estas hermosa! – le dije –
– Gracias Sebastian! Nunca me imagine que esto pasaría! Nunca he estado con otro hombre aparte de Miguel. Y nunca me imagine sentir lo que tu me has hecho sentir.
– Me encantas Rocio! Y deseaba que esto pasara aunque lo creía imposible.
– Yo también lo deseaba, desde que te conocí.
– Nunca lo hubiera imaginado. – le dije – Te consideraba una mujer incapaz siquiera de imaginar algo así, eres la esposa del pastor Miguel.
– Que pena, ahora que pensaras de mi – me dijo –

Me incline entre sus piernas hacia ella y la bese intensamente, ella correspondió. Rodeo mi cuello y espalda con sus brazos. Nuestras lenguas se mezclaron, bese su cuello, fui bajando con mi boca hasta esos senos hermosos y los disfrute como a ninguno. Nuevamente bese su boca y mientras lo hacía mi verga se encontró con su vagina empapada de sus fluidos revueltos con mi saliva.

Empecé a frotar mi dura verga entre sus labios vaginales, el movimiento de su cadera encontró ritmo junto con el mio. Mi verga se deslizaba sobre su clítoris provocandole pequeños temblores.

– Sebastian! Debemos parar! – dijo, sin detener el movimiento de su cadera – No debemos hacer esto! No está bien!
– Se que no está bien, pero te deseo tanto!
– Sebastianaaan! Ya no por favor! – me dijo, susurrandome al oido, pero sin dejar de frotar su vagina contra mi verga – No me la vayas a meter! – me susurro –

En ese momento mi verga de 16 centímetros, completamente recta, tiesa, hinchada, húmeda, brillosa, colorada, cabezona, encontró la entrada a la felicidad y con un movimiento lento y firme deslice mi hombría dentro de su intimidad.

– No Sebastián! Esto no! – dijo ella –

Sin embargo el movimiento de su cuerpo me pedía a gritos que le diera la cogida más excitante que hubiese recibido jamás.

– No! Por favor ya no! – dijo ella mientras aceleraba el movimiento de su cadera – Sebastián detente por favor! … Ay! … Ay Dios mio! … Ay! … Aaaaaaay que vergota tienes mi amooooor!

Seguí cogiendomela durisimo, ella recostada en mi escritorio, me enderece entre sus piernas y sostuve sus tobillos hacia el cielo. Sus pechos rebotaban violentamente en un vaivén excitante!

Sin sacarle mi verga la levanté del escritorio, ella me abrazo por la espalda y la nuca, la cargue montada frente a mi y seguimos cogiendo violentamente, mientras la sostenía de sus nalgas. Sentí como sus fluidos chorreaban mojando mis huevos y mi entrepierna.

Me acerque a una silla, me senté, la sostuve montada sobre mí con mi verga dentro. Ella apoyó sus pies en el suelo y empezó a dar sentones sobre mi cuerpo sosteniéndose de mis hombros, mi verga se deslizaba dentro de ella, adentro y afuera, adentro y afuera. Sus pechos rebotaban arriba y abajo frente a mi. Yo apretaba sus nalgas, y chupaba sus pechos. El movimiento de su cadera alternaba entre sentones y vaivén.

– Rociooo! Que bien te mueves! Coges riquisimo! … Aaah! Eres una diosa!
– Eres tu por quien me he puesto asi de cachonda Sebastian!
– Sigue asi Rocío! Voy a terminar!

Pero ella se adelantó y por tercera vez un escalofrío y un temblor fuerte sacudió todo su cuerpo haciéndola encorvarse mientras exhalaba un fuerte grito de placer.

– Aaaaaaaaaaah!!!!! Aaaaaaaaaaah!!!!! Aaaaaaaaaaah!!!!! Aaaaaay Dios mio, que ricoooooooo!!!!! – exclamó con voz temblorosa y entrecortada –

Detuvo sus movimientos, mi verga permaneció firme dentro de ella, nos miramos a los ojos y sonreímos.

– Perdon por terminar antes que tú – me dijo – Me pusiste tan cachonda que no pude detenerme.

Nos besamos durante un minuto.

– Esta es la mejor cogida que he recibido en toda mi vida. – le dije, y ella me sonrió tímida y traviesa –
– Ahora te toca terminar a ti Sebastián! – me dijo mientras deslizaba suavemente su vagina en mi verga.

Se levantó con la piernas temblorosas, mi verga quedó apuntando hacia el cielo moviéndose a una lado y a otro, escurriendo de placer, firme, estoica, brillosa. Frente a mí se quitó su pantaleta que hasta ese momento había permanecido puesta a medias piernas, apenas dando espacio a mi penetración, dejó su calzon mojado de señora decente y cristiana sobre el escritorio. Se hinco frente a mi entre mis piernas. Tenía frente a sus ojos mis 16 centimetros de verga que le acababan de dar tanto placer. La tomó con una mano y la beso tiernamente. Yo estaba a punto de terminar, sabía que no tardaría mucho. Agarró la base de mi verga, lamió suavemente mi glande por debajo y alrededor, chupo suavemente todo mi glande solamente una vez, después lamió y chupo mis huevos con ternura, deslizó su lengua por tooooda mi verga hasta llegar nuevamente al glande y lo chupo con fuerza una vez, dos veces, tres veces. Agarró mi verga nuevamente con su delicada y suave mano y con mucha fuerza y decisión empezó a masturbarme con grandes y largos movimientos, hacia arriba y hacia abajo, arriba y abajo, arriba y abajo. No resistí mucho tiempo. Mirándome a los ojos volvió a chuparme derramando abundante saliva. Chupó profundamente una, dos, tres, cuatro, cinco veces sin dejar de verme a los ojos y fue entonces cuando mi abundante chorro de semen invadió su boca provocandome los más ricos temblores y espasmos.

– Aaah! … Aaah! Voy a terminar en tu boca mi amor! … Aaah! No pares, no te detengas! Eres increible! Lo haces muy bien! Aaaaaaaaaah!! Así! Aaaaaaaaaah!! Aaaaaaaaaah!! … … … Ah que rico!
– Que rica leche! – dijo sin poder hablar bien con mi verga aun dentro de su boca y asombrada –

Sin dejar de chuparme, la leche empezó a escurrir por los lados de su boca. Me chupó unas cuantas veces más haciéndome sentir el más intenso y pecaminoso de los placeres! Cuando terminó, soltó mi verga la cual cayó pesadamente sobre mi abdomen manteniendo su dureza y con infinitas ganas de seguir cogiendome a esa diosa!

Pude ver como se tragaba mi leche mientras limpiaba con sus dedos lo que le escurría de su boca y su barbilla para después llevarlos a su lengua.

– Te gusto? – me pregunto con sonrisa tierna y traviesa –
– Eres una diosa – le dije – Claro que me gusto! Lo sabes hacer muy bien!
– En serio? – dijo con cara de asombro y sonriendo –
– Claro que te lo digo en serio!
– Es que nunca lo habia hecho asi! – me contestó-
– En serio?!! – conteste asombrado – En serio nunca le has chupado la verga a tu esposo?!
– No, nunca lo había hecho con nadie! El único hombre con quien he estado es Miguel, y nosotros como cristianos no practicamos el sexo oral ni anal. Pero yo tenia muchas ganas de hacerlo contigo.

Quede completamente asombrado! Rocío por primera vez había chupado una verga y yo estaba seguro que lo había disfrutado mucho. Se notaba la alegría en su rostro. También había sido capaz de recibir y tragar toda mi leche sin objetar nada! Yo no podía salir de mi asombro.

Se levantó del suelo y nuevamente se montó sobre mí en aquella silla. Con su vagina sobre mi verga.

– Tienes una verga preciosa – me dijo – Y lo que ha pasado hoy es lo mejor que me ha pasado en toda mi vida! Desde que te conocí desee que esto pasara contigo pero me parecía algo imposible. Y ahora que lo hemos hecho debo decir que ha sido muchísimo mejor de lo que imaginaba! Eres un hombre muy guapo y apuesto, tu carácter y tu actitud hicieron que me enamorara de ti!
– Yo también llevaba mucho tiempo deseandote, pensando en ti, deseando y soñando que esto pasara!

Nos besamos, nos abrazamos, volví a sentir sus nalgas de diosa debajo de su falda. Nos levantamos sabiendo que teníamos poco tiempo. Yo me puse el pantalón y los tenis mientras ella se ponía su calzón y se arreglaba la ropa desabotonada. Me había cogido a aquella diosa y había disfrutado todo su hermoso y sagrado cuerpo sin quitarle la ropa y en muy poco tiempo pues apenas había pasado una hora desde que ella llegó esa noche al CiberCafé.

Entró al baño para asearse y arreglarse la cabellera mientras yo batallaba para acomodarme mi verga todavía muy dura dentro del pantalón. Arreglé las cosas sobre el escritorio. Ella salió del baño justo en el momento en que tocaron la puerta. Toc, toc, toc!!

– Ahorita abro! – Grité, mientras Rocío apresurada se sentó en la silla donde acostumbrabamos trabajar – Hola Miguel! Que bueno que llegaste! Justo ahora Rocío iba a llamarte para que vinieras.
– Ah! Entonces llegué justo a tiempo – Se acercó a Rocío y la beso – Como les fue con el trabajo? Pudieron terminar?
– No terminamos pero avanzamos mucho y aprovechamos muy bien el tiempo – dijo Rocío viendome sonriente –
– Pues vamonos a descansar porque mañana debemos trabajar tempranito – dijo Miguel – Y muchas gracias por ayudarnos con el trabajo Sebastian! Perdón por tenerte trabajando a estas horas!
– No hay problema Miguel, ya sabes que lo hago con todo gusto! – le dije –
– En verdad muchas gracias! – dijo Rocío sonriente – Que bueno que cuento con tu ayuda!

Abrí la puerta, Miguel estrechó mi mano y salió primero, después, sin que Miguel lo notara, bese a Rocío a media boca y ella viéndome a los ojos con sonrisa tierna y traviesa salió mientras yo con mi mano le agarraba morbosamente una nalga. Salí detrás de ellos.

– Ojala que el próximo domingo si puedas acompañarnos al templo Sebastian – dijo Miguel –
– Si, ojala puedas ir – dijo Rocío –
– Les aseguro que el próximo domingo si los acompaño!
– Entonces allá nos vemos! – dijo Rocío –
– Cuidense mucho! Descansen y que les vaya muy bien!

Los ví alejarse por la calle acomodandome la verga que aun deseaba estar dentro de la pastora Rocio. Me apresure a irme a casa donde me esperaba mi esposa. El siguiente domingo fui al templo Filadelfia MIEPI, me senté en las bancas de enmedio, vi a Rocío sentada hasta el frente cubierta su cabeza con un velo igual que todas las mujeres ahí presentes y escuche un aburrido sermón del pastor Miguel. Al final de la reunión todas las mujeres, incluida Rocío, pasaron enfrente a cantar un coro, ella notó mi presencia, nos miramos, sonrió tiernamente apenada y cerró los ojos para seguir cantando junto con todas.

Al final de la reunión Miguel, Rocío, sus hijos y algunos hermanos de la iglesia se acercaron a saludarme. Después me retiré de ahí. Rocio y yo pronto encontramos la forma de vernos a solas para disfrutarnos el uno al otro. Es una mujer respetuosa y respetada, es la pastora de su iglesia, es una mujer decente, santa, dedicada a Dios, es la esposa del pastor Miguel, es mi amante.