Verano de Aprendizaje y Liberación
Verano de Aprendizaje y Liberación
Un pequeño resumen es necesario. Tengo una hermana casi 5 años menor que yo y yo tengo 21 años. Los cálculos son fáciles. Estamos muy unidos, nuestros padres murieron en un fatal accidente de trafico cuando yo tenía 11 años. Nos criaron unos primos lejanos de mis padres, que no tenían hijos. Lo permitieron nuestros abuelos por no trastocarnos más a nosotros, sobre todo a mí, que era el que más se enteraba de todo. Porque nuestros padres se fueron de su lugar de nacimiento y montaron un negocio a medias con este familiar lejano. Parece muy enrevesado, pero fue así.
Como es lógico los nombres que utilizare no son los reales, solo cambiare los de las personas que ejercieron y ejercen como padres y los de mi hermana y el mío. Ellos se llamarán Alberto (45) (1.75) y Cristina (40) (1.70), las edades si son las verdadera. Son deportistas y sus cuerpos están perfectos. Cristina es un bombón de mujer, morena, ojos oscuros y melena larga. Culo bien formado y las tetas de un tamaño normal, pero muy bien colocadas. Alberto se cuida bastante el físico, sin ser nada excesivo. Su trabajo tampoco le permite ir lo que él quisiera al gimnasio. Solo le veo un defecto en el físico, su cara, en concreto su dentadura, que no es que le pase nada en especial, Cristina misma, le dice que se coloque unos brackets, pero hablarle del dentista es como nombrar al diablo. Lleva la cabeza afeitada, porque se le empezó a caer el pelo de forma llamativa.
Son lo que se dicen la pareja perfecta. Siempre nos han cuidado y tratado con mucho amor y mucha delicadeza. Mi hermana y yo sabíamos, por cosas que fuimos oyendo, que no podían tener hijos, lo que no sabíamos cuál de los dos era el que no podía. Tampoco nos importó mucho.
Ahora paso a describir a mi hermana y a mí. Helena (16-17) (1.70), entre castaña y rubia, melena larga, es tan alta como Cristina. Aparenta más años y es espectacular, culo perfecto y unas tetas más grandes que las de Cristina, no pasa desapercibida y cuando va con Cristina, las dos atraen muchas miradas. Parece muy explosiva, pero luego es bastante inocente. Siendo los dos muy cómplices en todo, no nos ocultamos nada, es una unión muy grande la que tenemos. Yo seré Yago que es un nombre que siempre me gusto. Soy moreno como mi padre y ojos verdosos oscuro, envidia de mi hermana. Mido 1.80 y estoy bien formado. Porque además de ir al gimnasio, mientras estudiaba, para desestresarme utilizaba los aparatos que teníamos en casa para hacer deporte. Como nombre usare Pelayo, que siempre me gusto.
Era algo que nos habían inculcado Alberto y Cristina con su ejemplo. De pequeños hacíamos mucho deporte juntos, desde correr a senderismo, natación, etc.
Cuando en el mes de junio acabamos las clases, todos los veranos nos marchábamos a casa de nuestros abuelos, la mitad del verano con los paternos y la otra mitad con los maternos. Al final íbamos solos a casa de los maternos, para los otros resultábamos una carga. Tampoco eso nos produjo ningún trauma. Pero el 2016 todo cambio, por fallecimiento de mi abuelo y que mi abuela se “descentro” ese verano lo pasaríamos con Cristina y Alberto.
Yo quería quedarme solo el verano, pero Alberto considero que era hora de que empezara a conocer el negocio, ya que la mitad era de mi hermana y mío. Y como decían ellos, que al final sería todo nuestro. Al estar trabajando a tiempo parcial, fui congeniando más aun con ellos dos. Pero mi hermana y yo notamos que algo les preocupaba o por lo menos les inquietaba. Eso nos llevó a mi hermana y a mí a escarbar más en la vida de ellos. Había una peculiaridad, era que siempre andaban con “secretitos” y cuando se los contaban se reían y sus caras cambiaban. Que eso que dicen que con los años las parejas follan menos, en este caso no se daba, porque se les oía continuamente y aunque ellos no sabían que nosotros lo sabíamos, porque trataban de disimular, se les oía y la que andaba siempre con ganas era Cristina y Alberto, era el que se excusaba muchas veces, todo lo contrario, a lo que se suele decir.
Llegando el verano ellos querían cambiar el sitio de vacaciones, a donde llevaban acudiendo toda la vida, o todo lo que recuerdo yo. Ya que tenían un apartamento en propiedad. Como les pillamos en pleno debate, me metí en la conversación y les dije que, de eso nada, que no iban a cambiar sus hábitos por nosotros. La disculpa de ellos era que el apartamento nada más que tenía dos habitaciones, incluso me ofrecí a quedarme y que mi hermana fuera con ellos. Al final quedamos mi hermana y yo dormiríamos en la misma habitación, que no pasaba nada. El lugar en cuestión se llamaba Vera. Lo único que nos dijeron que era en la costa y que era un sitio no muy grande, aunque en verano aumentaba su población y lo pasaríamos bien.
Bucee por internet y vi que estaba en Almería y que era una población de unos 15.000 habitantes, supuse que al ser verano y costa estaría animado el lugar y lo que me llamo la atención fue que había una playa naturista o nudista bastante importante. Ahora me explicaba la falta de marcas en sus cuerpos después del verano en los cuerpos de Alberto y Cristina. Falta de marcas en lo que se podía observar. Se lo conté a mi hermana y se echó a reír con comentarios graciosos de las situaciones que se podían dar, en caso de que fueranos a una playa de esas.
Nos fuimos el último viernes del mes de julio, ya que el día 1 era lunes. Llegaríamos por la noche. Mi hermana nada más salir se puso música y se quedó dormida. Mientras nosotros tres íbamos hablando, hicimos una parada y cuando reanudamos el camino, Cristina parecía que quería decir algo, pero no sabía cómo, hasta que se animó con la ayuda de Alberto y nos contaron que ellos solían ir a una playa naturista, que lo practicaban desde siempre, pero que no era obligatorio que nosotros lo hiciéramos ni que lo tuviéramos que practicar. Quite importancia a lo que decían, dándole naturalidad y respiraron aliviados. Ahora me puse la música para distraerme y me vinieron pensamientos “guarros” pensando en ver a Cristina desnuda, que debería ser una visión excitante. Me llamaba la atención lo discretos que eran siempre y que jamás hubieran paseado por casa de una forma “especial”, siempre iban perfectamente vestidos.
El apartamento era grande, o mejor dicho la terraza que daba al mar, era grande, porque el apartamento en si era bastante normal. Las dos habitaciones tenían cama de matrimonio y eso nos chocó a mi hermana y a mí, se no noto tanto, que Alberto dijo que el lunes sin falta buscaríamos donde comprar dos camas. Nosotros no hicimos ningún comentario más. Yo solía dormir en ropa interior o desnudo. Ese día me acosté con unos pantalones cortos y mi hermana que se la notaba un poco cortada, durmió con una camiseta de manga corta, pero muy larga, que parecía un vestido.
Me levante el primero, había dormido fatal toda la noche, porque no quería rozarme con mi hermana y como solía levantarme más empalmado que un caballo, no quería que me ocurriese por la noche sin enterarme y…
Desayune yo solo y lo hice en la terraza, sobre las 10 empezó a llegar gente y veía como se desnudaban, pero vi que algunos llegaban desnudos, me apoye en la barandilla y vi que salían de la urbanización la gente en “pelotas” me volví a sentar y mi mente disparataba. Se levantaron y se pusieron a desayunar. Mientras desayunaban nos dijeron que iríamos a la playa naturista, pero que no era necesario que nos desnudásemos y que, si nos sentíamos mal en ella, lo dijéramos y nos iríamos a la zona textil.
Alberto y yo fuimos cargados con sombrillas, unas sillas plegables… ellas iban como reinas hablando delante de nosotros. Fue lo peor que podía pasarme, porque iba viendo sus culos moverse y eso no iba bien para mi mente disparatada.
Colocamos todo y el primero en quedarse en pelotas fue Alberto y me dio alivio, ¿Por qué? Porque el rabo que tenía no era gran cosa, bastante normal, aunque me sorprendió que no tenía ni un pelo. No sé porque me imagine siempre, que tendría un buen rabo. Luego se desnudó Cristina, quitándose la camiseta y después la parte de arriba del bikini. Había acertado tenía unas buenas tetas, bien colocadas y unos pezones sonrosados de tamaño normal, se veían muy deseables. Luego se quitó la parte de abajo y fue demasiado para mí, me tumbe boca abajo porque me empalme de golpe. Tenía una tira estrecha de pelo y el resto perfectamente depilado, pudiendo verse su coño a la perfección.
No era nada anormal, porque todos los que nos rodeaban o la gran mayoría estaban igual. La que me dejo sin habla fue mi hermana, que siguio los pasos de Cristina. Las tetas de mi hermana estaban algo más caídas, no mucho, que las de Cristina, imagino que, por su volumen, están tan blancas que sus pezones grandes y oscuros destacaban mucho más. Al quitarse la parte de abajo, mi hermana tenía una buena mata de pelo.
Me hice el dormido y Alberto se fue al agua, mi hermana y Cristina ahora hablaban de que mi hermana tenía que tener cuidado en no quemarse, al estar tan blanca y mi hermana que le preguntaba cómo o quien le había arreglado el pubis. Cristina le dijo que eso tenía solución, que ya hablarían. A la hora de comer lo hicimos en un sitio cercano y luego ellas nos dijeron que se iban a comprar alguna cosa. El resto del día no fue relevante, a excepción de lo cachondo que yo estaba y me mataba pensar, que mi hermana la recatada, la vergonzosa, no había tenido ningún problema en desnudarse y yo, el que se suponía más lanzado, no me había atrevido.
Al día siguiente todo empezó igual que el día anterior, la diferencia que al desnudarse todos, mi hermana llevaba el pubis como Cristina, se le veía mucho mejor. Cuando me note más relajado, me levante y me quite el bañador que era tipo bermudas. Los tres me miraron y me sentí “avergonzado” me fui al agua y Alberto se vino detrás. En el agua estuvimos hablando.
+ No estés tan cortado, que la primera vez suele pasar eso, que te de corte. Que te puedas hasta empalmar, que es normal, así que, si te ocurre, no le des importancia, que eso es que estas vivo… JAJAJA
+ Es verdad es como si me hubiera dado “vergüenza” es como si faltara algo de hombría, porque te comparen, ¿me entiendes?
+ Claro que te entiendo, que no es nuevo para mí. Pero fíjate más avergonzado tendría que estar yo, estando a tu lado. Que ya quisiera yo “calzar” lo que tú “calzas” o que crees que miraban Cristina y Helena, pocas habrán visto así.
+ No será para tanto.
+ ¿Qué no? Hoy no porque estas con nosotros y es más difícil, pero si bajas a la playa algún día solo, ya verás cómo ligas y las sorpresas que te llevas… JAJAJA.
+ Ahora cuando salgas dale normalidad a todo. Si te empalmas, o pasas y te da igual o te tumbas boca abajo. Que nadie se va a escandalizar, que aquí es más normal de lo que crees.
Alberto se salió antes que yo y después de nadar un rato, una pareja sobre los 35 años entabló en el agua conversación conmigo. Eran franceses y no conocían donde salir por la noche, les dije que yo estaba igual. Que de momento no conocía el lugar. No vi nada anormal, aunque el tiempo me mostraría lo lerdo que fui en ese momento.
Al salir del agua, me preguntaron muy hábilmente por la conversación con la pareja y después de responderles, me dio que se sonreían entre Alberto y Cristina. Una vez estaba casi seco, me di cuenta de que mi rabo, cobraba vida propia y sin prisas me di la vuelta y me quedé boca abajo. En ese momento Cristina me dijo, que me tenía que poner a la moda, para que preguntara, me dijo que me tenía que depilar, que no se llevaba tanto pelo, que además no era higiénico.
Mi hermana y Alberto le dieron la razón. Les dije la verdad, que yo no me pasaría una cuchilla de afeitar por ahí, que, si ya afeitándome la cara me hago descalabros, no quería jugar por ahí. Se rieron en mi cara de mí. Luego Cristina me dijo que era más sencillo de lo que creía. No quise seguir con esa conversación, porque me daba que me estaba poniendo de todos los colores.
Esa noche me fui yo solo por ahí. Me lo pase bastante bien y llegue tarde, de mad**gada. Por la mañana cuando me levante mi hermana y Alberto se habían bajado a la playa y Cristina se había quedado esperándome. Me tomé un café y cuando le dije de irnos, me llamo desde su habitación. Había una toalla grande extendida en la cama y con la mayor naturalidad, me dijo que no me diese vergüenza, que me desnudara que me iba a dejar todo “arreglado” no me salió ninguna disculpa y me puse muy nervioso. Le dije que no, que luego tal vez y nos marchamos.
Mi hermana estaba tomando el sol, el cuerpo iba cogiendo color. Estaba tumbado tranquilamente y vi acercarse a una pareja, supongo que un matrimonio, venían desnudos y con dos chicas jóvenes, de la edad de mi hermana. Las que supuse que eran las hijas, eran delgadas y como mi hermana, con buenas tetas y los pezones empinados mirando al cielo. La madre estaba más buena, estaba para comérsela, las tetas más caídas, pero me llamo la atención la cara de vicio que tenía, el hombre más normalito y con un poco de tripa. Se veía que el deporte y el estaban reñidos.
Se acercaron con una amplia sonrisa y nos saludaron. Alberto nos los presento. Eran Eneko (50) (1.75) ella Irune (44) (1.65) y las hijas, Leire (18) (+1.70) y Estibaliz (17) (1.70). Irune no era escultural, se veía que se cuidaba y transmitía mucha sensualidad. Las hijas están perfectas. Pero les faltaba o no trasmitían lo mismo que la madre. Se pusieron con nosotros. Mi hermana y las hijas hicieron amistad rápidamente. Estuve un poco en fuera de lugar, me dediqué más a bañarme.
Pasamos el resto del día juntos y quedaron para el día siguiente. Algo me chirriaba, pero el que, no lo sabía. Al quedarnos mi hermana y yo solos, me confeso que el pasaba lo mismo. Después de cenar y delante de todos, Cristina insistió en lo de depilarme y esta vez, eran tres contra uno. Me fui a la habitación y esta vez no había toalla, me dijo que fuéramos al baño, porque al ser de noche tendríamos más luz en el baño.
Me metí en la bañera y ella se sentó en el borde. Con unas tijeras pequeñas fue recortando todo el vello, si miraba abajo me ponía nervioso por ver unas tijeras por ahí y por el escote, que veía sus tetas a la perfección. Tanto toqueteo me estaba preocupando, porque me conocía y sabía que no podría aguantarlo y entonces que vergüenza. Me mordía la punta de la lengua, los labios, todo para distraerme, o trataba de poner mi atención en la conversación que tenían helena y Alberto.
Mi rabo se quedó a medias, cogiendo aun así un buen tamaño. Lo asombroso que Cristina seguía como si no pasara nada. Me puso unas tiras y ahí me dolió in poco más, me vino bien, porque evito que me creciera más. Como cuando lo hizo con mis testículos. Ya estaba más tranquilo cuando ella cogió un bote de crema se puso en la mano y me lo esparció por todos los sitios, que era para evitar que se me escociese todo según ella y paso lo inevitable. Mi rabo se puso en toda su extensión, un empalme gigantesco y ella seguía pasando, ahora las dos manos por mi rabo, por mis testículos, por mi pelvis y si seguía así iba a estallar.
Sus pezones se habían endurecido, lo podía ver. Ella estaba también “bien” y me miro, su mirada no era la de siempre, era otra totalmente distinta. No sé porque, acaricie su melena y fue como si saliéramos de un trance. Me soltó me dijo que ya estaba bien y que otro día me daría otro repaso. Se fue velozmente, dejándome sin saber qué hacer, pero como estaba en el baño de su habitación, no me hice la paja que me apetecía hacerme.
Me espere a relajarme y una vez me quede en un estado normal, fui a donde estaban y me despedí marchándome a dormir. No había manera de dormirme y ya había pasado más de una hora cuando llega mi hermana. No enciende ninguna luz. Me llama en voz baja y no respondo. Ella como quien me conoce, sabe que cuando estoy dormido, no hay nada que me despierte. Enciende la luz del móvil y la veo desnudarse, lo que me hace cogerme otro empalme. Se acuesta como todas las noches con unas braguitas y una camiseta grande.
El silencio se rompe cuando oímos a Cristina y Alberto follar. Se les oye más que en nuestra casa. No sé si por los tabiques que son muy finos o que están más cachondos que de costumbre. Hay momentos en los que se les oye claramente lo que se dicen. Mi hermana me mueve con vehemencia y yo sigo haciéndome el dormido. Se queda quieta boca arriba y oigo como contiene su respiración, me ladeo quedando mirándola. Pero supuestamente dormido. Se asegura de nuevo que no estoy despierto y continua con lo que hacía, que era tocarse.
Mi rabo estaba duro como el granito. Me moví de nuevo poniendo una mano sobre mi hermana, sin tocar descaradamente sus tetas, pero pudiendo notar la dureza de uno de sus pezones. En esa aproximación, me pegue a su muslo, a su cadera. Ella se paró al sentir mi rabo tocándola. La que se ladeo quedando frente a mí, fue mi hermana, que, con nervios, rozo con sus dedos mi rabo. Empezó tímidamente, pero según se tocaba ella, se fue animando y ya me tocaba por encima del pantalón, hasta que se atrevió a más, bajando un poco el pantalón, libero y cuando lo agarro, hablaba entre dientes diciéndose, “Vaya con mi hermano, las tiene que traer locas, que gustazo” y seguía sin parar, en un parón que hizo, que se quedó como una estatua y con algunos ruidos que hizo, me di cuenta de que se había corrido, aunque no le debió de ser suficiente, porque siguio con más apasionamiento.
Hasta el punto, que se apartó su ropa interior y se acercó hasta que coloco la punta de mi rabo en su rajita, apretándola contra su clítoris. Estaba ofuscada y otra vez entre dientes, se decía, “Cabrón, no pares, vamos cabrón haz que me corra, si cabrón” todo eso hasta que se corrió dejándome el rabo bien mojado. El punto álgido fue cuando la oí decir que no podía dejarme la polla así. Que me la comería. Pero la muy cabrona, no hizo nada dejándome con el empalme.
Nuevo día de playa en compañía de la familia amiga y con disimulo me rasque bastante para que se me pusiera rojo. No fallo Cristina me pregunto y le dije que me escocia bastante y con el agua más. Me dijo que luego se lo recordara, que me daría la crema para que me la pusiera. Eso no me agrado, quería que me la pusiera ella. Mi hermana y sus dos nuevas amigas se perdieron todo el día por ahí. Llegaron a la hora de irnos a comer. Se pusieron algo de ropa encima y nos fuimos juntos a comer. Al terminar, me subí al apartamento, llegando mi hermana al rato, que había dejado a los mayores tomándose una copa. Venia excitada alterada, pero no por lo de la noche anterior, si no por lo que se había enterado.
+ He estado hablando con Leire y Estibaliz, me han contado unas cosas increíbles, pero totalmente secreto.
+ ¿Tu sabías, que Cristina y Alberto eran swingers?
+ ¿Eso que es?
+ Parejas que hacen intercambios entre ellas.
+ No te fíes mucho de esas dos, que las acabas de conocer y lo mismo se inventan las cosas.
+ Que es verdad, que ellas los han pillado y sus padres se lo reconocieron hace ya tres años.
+ Aun así, me cuesta creérmelo.
+ Pues ves creyéndotelo. Y según estas, les hemos hecho polvo, porque sus “juergas” se las corrían aquí. Supongo que ahora estarán viendo como poder hacérselo… JAJAJA.
+ ¿Qué más te han contado las dos “angelitos”?
+ Me dijeron que tu estas mejor que nuestro padre y les aclare que no eran los biológicos, aunque para nosotros como si lo fueran, o según tú, casi. Que tenía un hermano que estaba muy “buenorro” e hicieron comentarios de tu estado “físico”… JAJAJA.
+ Ellas tampoco están nada mal, no me importaría “conocerlas” más.
+ Que guarro, como todos los tíos, siempre pensando lo mismo.
+ Y ellas, que opinan de que sus padres hagan eso.
+ Lo ven con normalidad, dicen que desde entonces son muy liberales y que el sexo lo ven de otra forma.
+ Cuidado a ver si te pervierten. JAJAJA.
+ Cortar no se cortan, porque me preguntaron si yo había tenido alguna relación con alguna chica. No me dijeron más.
+ Se las ve muy espabiladas.
+ Mucho. Ya han tenido relaciones completas con chicos y con algún hombre.
+ Les has dicho que tú todavía no.
+ No y si sale tu no dirás nada tampoco. Que yo no cuento lo que tú me cuentas y tú tienes que hacer lo mismo con lo que yo te cuento.
Me dejo solo en la terraza y se fue a cambiar que había quedado con las dos hermanas. Lo que me había contado me sorprendió, pero tampoco me escandalizo. Ese viaje estaba cambiando todo y toda mi vida. Me daba ganas de preguntarles, pero sería meterme en su vida íntima y, sobre todo, podía no ser verdad y crear un problema. Aunque con cristina mi hermana y yo, teníamos más afinidad, más complicidad, desde siempre y Alberto siempre ha estado como en un segundo plano, para los temas del día a día. Ella siempre ha sido nuestro paño de lágrimas.
Desde la terraza los oí llegar, pero no venía Irune, se había ido con sus hijas a hacer algo. Alberto y Eneko se sentaron y se pusieron a tomar unas cervezas. Cristina se fue a su habitación saliendo después de darse una ducha con una camiseta corta y escotada, con una toalla en la cabeza. Me vio me dijo que hacía sin ducharme, que para ponerse la crema mejor haberse duchado. Me duche en minutos. Me enrolle una toalla a la cintura y Cristina estaba en su habitación con el secador. Entre en la habitación y ella sin dejar de pasarse el secador por su pelo, cogió el bote de crema y me lo paso.
Con toda mi cara le dije que prefería que me lo pusiera ella. Que ya sabe que siempre me embadurno cuando me pongo alguna crema y era verdad. Ella me contesto que ya era mayorcito. No dije más y me fui.
Una vez salió de su habitación fue hacia la cocina y yo fui detrás de ella. Hablábamos de cosas sin importancia hasta que me decidí, aun sabiendo que me podía equivocar.
+ Siempre nos habéis tratado como verdaderos hijos y nunca habéis evadido preguntas de ningún tipo, incluso las más comprometidas que hacíamos de pequeños.
+ Espera que me siente, que cuando te pones de esa manera, a dulcificar el ambiente, luego viene la “sorpresa” pero es verdad lo que has dicho, sois como nuestros hijos, aunque a diferencia de tu hermana tu no nos consideras del todo. Que también lo entendemos, que tu hermana era más pequeña. Lo tenemos asumido, pero seguro que no quieres hablar del sentimiento materno filial.
+ Siempre has dicho que no hay preguntas indiscretas entre nosotros, pues va la mía. ¿Es verdad que sois swinger?
+ Si.
+ ¿Ya está? ¿Solo sí?
+ Tú has preguntado y te he contestado.
+ Esperaba algo más que un sí. No sé. Entonces será cierto que os hemos fastidiado el lugar de vuestras “reuniones”.
+ Tu hermana y tú, nunca fastidias nada.
+ Y otra pregunta. ¿Cómo se os ocurrió o como paso?
+ Mira, creo que lo más adecuado es que lo hables con Alberto, que seguro que te lo contestara con racionalidad y normalidad. Que a él no le dará apuro. Si no te contestara pues ya lo haría yo.
+ Bueno, pero solo dime, ¿A quién se le ocurrió? ¿De quién partió la idea?
+ No sé qué interés puede tener, fue de Alberto y no más preguntas.
La conversación me había puesto bien cachondo. No me imaginaba a los dos con otra gente, me surgían muchas preguntas, todas ellas muy morbosas. Después de irse Eneko. Pude oír hablar en voz baja a Alberto y a Cristina, seguro que estarían hablando de nuestra conversación. Cuando fui junto a ellos su actitud fue totalmente normal. Mi hermana llamo pidiendo permiso para cenar con sus dos nuevas amigas y le dieron permiso. Nosotros hicimos una cena frugal y saludable, como casi todas las noches. Una vez que recogimos todo, Alberto dijo que nos sentáramos a hablar, aprovechando que no estaba mi Helena.
-A- Ya me ha contado Cristina vuestra conversación. Aquí estamos, pregunta y te diremos la verdad, que ya eres adulto y nos entenderás.
-Y- Solo fue curiosidad, porque oí ese comentario de vosotros y que mejor que preguntaros. Me llamaba la atención que pudiera ser verdad.
-A- A un tío joven como tú, ¿Por qué le ha llamado la atención?
-Y- Porque me ha llamado la atención, que no quiere decir que me parezca mal. Me surgieron preguntas, como, ¿A quién se le ocurrió?
-A- Se me ocurrió a mí y me costó convencer a Cristina, no te creas que fue fácil. Que la moral adquirida cuesta cambiarla.
-Y- Por lo menos al principio no os daban celos.
-A- Te contestare por mí. A mí, celos no, fueron muchos nervios la primera vez.
-Y- ¿Y a ti Cristina?
-C- Yo paso palabra.
-Y- Eso no vale.
-C- A mí no, porque no empezamos con intercambios y paso de decir nada más.
-A- Empezamos con tríos con hombres. Te preguntaras el motivo. Porque ya te darás cuenta los hombres perdemos “vitalidad” y cuanto más pasa el tiempo en una pareja, se va llenando de monotonía, por mucho que se amen. Fue un revulsivo y lo pasamos muy bien.
-Y- ¿Y ahora en qué nivel estáis?
-C- JAJAJA, esto no es como vuestros juegos de la consola.
-A- Eso es ya querer saber demasiado. Pero para contestarte algo, según pasa el tiempo, te vas abriendo más a nuevas experiencias. Es como la pareja francesa esa que hablo contigo en el agua. Seguro que trataban de “ligarte” que no te enteraste.
-Y- Que va, imaginaciones tuyas.
-A- Con tu juventud, con ese cuerpo tan cuidado que tienes y esa polla, que menuda es en reposo, como no te van a echar el ojo. O no viste también a Irune, Estibaliz y Leire, como te miraban. Si hasta Cristina me lo ha dicho, que cuando te depilo te creció una “boa”
-C- Ese comentario te lo podías haber ahorrado.
-A- No seas mojigata ahora, que, si llega a ser otro chaval en las mismas circunstancias, no se escapa. JAJA
-C- La conversación ya está bien, que ya lo tienes claro. Mantenlo de momento en privado, que Helena no se entere.
-Y- Eso va a ser difícil porque quien me lo conto fue ella.
-C- No me digas más, las hermanas se lo han contado. ¿Qué más le han contado?
-Y- Solo eso, no me conto nada más.
Cristina no quiso seguir con esa conversación y lo que más me escamo fue su última pregunta. Conclusión que había mucho más oculto y que Alberto no ahondo más por estar ella, ya que él siempre ha sido claro, directo y no he descubierto nunca que nos mintiera en algo. Si nos habían contado algo más. Al llegar mi hermana nos pusimos rápidos al día. Le conté lo hablado con Alberto y Cristina, ella me dio novedades, por lo que se ve, las hermanas se habían liado con ellos, sin saber más detalles y luego me conto, que había tenido la sensación de que si no llegan a estar en público la hubieran “atacado” porque lo han pasado de sobetearla con cualquier excusa. Poniéndola muy nerviosa, que no le había hecho gracia.
Premeditadamente dije que me iba a dormir que estaba derrengado, que me caía de sueño y la primera en animarme a que me fuera a dormir fue mi hermana. Esa noche me busque un pantalón que me quedara más suelto. No quería estar empalmado cuando llegara mi hermana, quería que me sucediera cuando ella me tocara, porque seguro que lo haría. Que, aunque parecía inocente no lo era tanto. Que sabía que ella había tenido más de un rollo con chicos, haciendo de todo o casi todo, a excepción de la penetración. Que, aunque no me dio detalles si nos contábamos todo.
No paraba de mirar la hora, me estaba aburriendo y al final me estaba entrando el sueño. Esa noche, entro sin hacer ruido, cogió su ropa de dormir y se fue al baño. Me fastidio, porque no la vería desnudarse. Eso quería decir que se había arrepentido de la noche anterior, también era normal, porque en cierta medida yo también lo estaba un poco. Que me excusaba a mí mismo, por los calentones que tenía esos días, que eran más fuertes de lo habitual.
Me quede tumbado de lado, mirando a la parte donde ella se tenía que acostar. Helena entro de nuevo y me dijo que si estaba despierto que quería seguir contándome. Ni me inmuté y no dije nada. Ella me volvió a mover como la noche anterior y mi respuesta fue la misma. No se metía en la cama, estaba de pie y volvía a agitarme más que a moverme. Ante la falta de respuesta por mi parte, se fue hacia la puerta y después de pegar la oreja, echo el pestillo suavemente.
Se coloco en la parte de su cama y pude ver cómo se quitaba las bragas y las dejaba sobre la mesa de noche. Dudo o titubeo después de hacerlo, creí que se iba a arrepentir, pero no, lo que hizo fue quitarse la camiseta, estaba en pelotas.
Se acerco mucho a mí, olía a recién duchada, olía a su jabón de lilas. Me toco directamente el rabo y lo tenía otra vez como un cañón. Ella me decía, como te ha puesto esa zorra, pobre hermano, no te preocupes, para eso estoy yo. Entre esa zorra y las dos putitas que están locas por hacérselo contigo, te van a traer a mal traer. No entendía nada, aunque imaginaba, que la zorra era Cristina y las dos putitas, serían las hermanas.
Se metía en la cama muy lentamente, como para que yo no me enterara. A continuación, me acaricio la mejilla, la cabeza y me susurraba haciéndome preguntas y yo sin contestar ni cambiar mi respiración. Pero Helena no hacía nada más y ya había pasado bastante tiempo. Sabía que se estaba tocando por un leve movimiento que había, pero nada más, me impacientaba tanta lentitud.
El cambio empezó cuando se empezó a oír a Alberto y Cristina, que era claro que estaban follando. Helena se animó mucho, ahora se tocaba con más énfasis y me paso sus dedos mojados por mis labios. Esta vez estaba más confiada, más lanzada y después de haberse puesto mi rabo entre sus piernas y pasarlo por su clítoris, se dio la vuelta y haciendo la cucharita se lo coloco desde atrás.
Todo se puso tan caliente, que en algunos movimientos parte de mi rabo entraba en su coño y ella me decía, cuidado, para, para, que barbaridad, si me descuido me empotra, que salvaje, este me desvirga si me despisto, pero se colocaba bien el rabo y volvía a continuar. Me entraban ganas de demostrarle que estaba despierto y de lo que iba a pasar, pero por otro lado me preocupaba su reacción.
Mientras hacíamos eso, ella se hacía una paja y cuando se corrió la primera vez, se apretó bastante contra mí y mi rabo se metió un poco más y estuvo más tiempo. Que ganas me entraron de meter mi rabo del todo. Tuvo una buena corrida. Ahora tenía la duda de que haría, porque se quitó y se quedó como relajada, satisfecha y me veía con otra noche en blanco.
Al seguir oyendo follar en la otra habitación, se volvió a poner cachonda, esta vez se tocaba y me tocaba. Me gustaba más como lo hizo antes, pero ella llevaba su ritmo. La respiración la tenía muy acelerada, veía que se iba a correr otra vez y nada. Me venía a la cabeza el cuerpazo de Cristina y la falta de indecisión por mi parte, por no haber hecho nada con ella o por lo menos haberlo intentado.
Parecía que a mi hermana no le bastaba como se lo estaba haciendo, debía de preferir como antes, porque cogió la misma posición y se colocó muy rápido el rabo. Mi calentura ya estaba más allá de lo prudentemente aguantable, jamás me había visto de esa manera. Volvíamos a estar como antes de correrse la primera vez, mi rabo está un poco metido en su coño y ella se tocaba con más intensidad y cuando su respiración indicaba que se corría y se apretaba, empujé con decisión, nunca había desvirgado a ninguna mujer, porque con todas las que había tenido sexo, no era su primera vez, pero supe, que acaba de desvirgar a mi hermana.
Dio un grito seco. No se movió, se quedó como una estatua y luego decía, desgraciado, me la has liado, eso no lo quería, ahora que hago, que dolor. Se saco el rabo con mucho cuidado y con pequeños quejidos. Encendió una luz tenue y de un cajón saco unas toallitas húmedas, se limpiaba y decía que le ardía, que tenía sangre, que no había solución, todo lo decía entre dientes y con bastante rabia. Me destapo y me limpio mi rabo. Se puso la camiseta y supongo que se fue al baño. No se dio cuenta y se había dejado una de las toallitas usadas, era verdad, estaba manchada de una sangre muy clarita.
Ahora en frio me supo mal, me entraban todos los arrepentimientos habidos y por haber. Oí a Cristina preguntarle si pasaba algo. Helena le contesto que había tenido un mal sueño, que se asustó y que había aprovechado para ir a beber agua y al baño. Entro y volvió a echar el pestillo con mucha cautela, para que no se oyera, no sabía que quería decir eso, pero salí pronto de dudas. Pero antes me llamo la atención algo, vi que hurgaba en mis cosas. Aluciné cuando vi que cogía un condón. Apago la luz, volvió a tocar mi rabo hasta que volvió a empalmarse, me coloco muy torpemente el condón, en algún momento me hizo hasta daño, pero una vez lo hizo, se colocó como las veces anteriores, pero cuando llegaba a la parte más interesante, donde veía que costaba a mi rabo entrar, ella se quejaba un poco y al final no terminaba, eso sí, entro más que las otras veces, pero se quejaba demasiado y lo dejo. De esa forma se acabó la noche.
Al día siguiente estando en la playa, Cristina me decía que estaba muy serio y yo le respondía, que había dormido mal, me hizo gracia la cara de susto de mi hermana. Me dijo que no me creía, pero no insistió más. Mi hermana se estaba organizando la comida y la tarde con Leire y Estibaliz. Porque el resto se irían a Almería capital o un sitio cercano a comer y después ver una corrida de toros. Como lo de los toros a mí no me gustaban, decidí quedarme solo. Cuando Cristina se enteró se disgustó, porque ella pensaba que mientras los demás veían los toros, que a ella tampoco le gustaban, irnos de compras o algo por el estilo, no deje que me convenciera.
Esa mañana como otras anteriores, vi que había mucha “complicidad” entre las dos parejas, estaba claro que se tenían muchas ganas, pero al estar nosotros se les jodió el invento, por lo menos de momento. Igual que en el agua estaba claro que cuando se metían, había algo más que un simple toqueteo. Pero sin ir más allá.
Me marche antes que ninguno al apartamento, después de ducharme y quitarme todo el salitre, llegaron el resto, que hicieron lo mismo que yo para marcharse, que ya era tarde. Mi hermana se acercó a despedirse y me dijo de irme con ellas y le dije que no, que así hablarían con más tranquilidad y que ya me contaría, me guiño un ojo y me dijo que por supuesto. Tanto Cristina como Alberto insistieron para que me fuera con ellos, pero no me lograron convencer.
Me comí un bocadillo acompañado de dos buenas cervezas bien frías y me entro la modorra en la tumbona de la terraza. La brisa era buena acompañante. Oigo el golpe de la puerta al cerrarse, seguro que era mi hermana, algo que me extrañaba, pero más me extraño al ver que era Cristina, que lo primero que hizo fue “regañarme” por tener el plato y las latas de cerveza vacías, en la mesa de la terraza y no haberlas recogido, para a continuación, preguntarme el motivo de no querer ir con ellos y por lo raro que estaba.
Era como una “ametralladora” hablando y preguntando. Iba a contestarla y dijo que se iba a poner cómoda. Me dejo con la palabra en la boca, con lo que me m*****a eso. Se puso un vestido corto de andar por casa y se notaba que no llevaba sujetador. No porque se le marcaran mucho los pezones, que se le marcaban solo un poco, sino por el vaivén de sus tetas.
Si hubiera pensado un poco no hubiera dicho lo que le solté. Pero como seguía con sus “consejos” y su sinceridad, quise ser igual de sincero, aunque algunas cosas de las que dije, no las sabía con certeza, pero imaginándome cosas, era posible que hubieran sucedido y por eso las dije. Todo en referencia sobre todo a las hijas de sus amigos.
Sabía que se podía enfadar o mandarme a la mierda. Cristina que no me pasa nada de lo que dices. No has atinado ni una. Es que sé que no solo os habéis relacionado con vuestros amigos, sino también con sus hijas, que además dicen que eres una autentica “fiera” y desde que lo sé, nada más pienso en ti y ya sabes o te imaginaras en que pienso. Esperaba la reacción de ella y no me gustó nada. Te entiendo perfectamente, que no me has asustado con esa revelación, es normal que un joven como tu… pero vamos, que es imposible. Que, aunque no sea tu madre es como si lo fuera. Así que del todo imposible.
Ahora si se le marcaban los pezones más y una vez que reaccione no me conforme con esa respuesta. Tú lo has dicho, no eres mi madre y no lo tomes a mal, es para que no te puedas sentir incomoda. Salvo que no te guste o que no sea tu tipo…, era como si dudara o pensara lo que me tenía que responder y una vez que se aclaró me dijo… No le des más vueltas, además no puede ser, entre otras cosas, porque no te creas que estamos continuamente con unos y con otras, no funcionamos así. A Alberto jamás le he sido infiel, él siempre ha estado presente o lo sabía de antemano. Me daba rabia, porque además de no gustarme la respuesta la veía muy convencida en lo que decía.
A la vista de que había poco que sacar, me levante recogí lo de la comida y me fui para la cocina. Vino detrás y como si no hubiese pasado nada, me dio una torta en el culo como solía hacer muy a menudo y me dijo que fuéramos a darnos un baño.
Nada más llegar a la playa me metí en el agua. Mientras Cristina colocaba las cosas y se desnudaba. Su cuerpo cogía el color moreno antes que el mío, estaba muy guapa. Por la hora que era el sol pega fuerte. Cuando salí del agua, me mando secarme y me hizo tumbarme boca abajo en la toalla y me coloco protección solar. Lo hizo de una manera normal y aunque busque algún signo de doble intención, no hubo nada de nada.
Ella una vez que termino se puso protector por delante y me puso en mis manos para que yo me hiciera lo mismo. Me ofrecí a ponérselo en la espalda y vi dudas en su expresión. Al final me dijo que en un momento. Me tumbé de nuevo boca abajo y mientras ella acababa que se estaba eternizando. Observe que había mucha menos gente y la que había, muchos de ellos estaban en plan más descarado. Como también se veía un trasiego hacia una zona apartada de parejas y de hombres solos.
Me puse a hablar con Cristina, que ya se había tumbado boca abajo, sobre lo que había observado. Me explico lo que podía ser con toda seguridad lo que ocurriría en las zonas aparatadas. Le pregunte si ella y Alberto habían “visitado” esas zonas, me llamo cotilla y no me contesto, lo que quería decir que si habían estado. Aunque ella no me había dicho de ponerle el protector, se lo recordé y me lo paso.
Según se lo iba poniendo, con mucha calma. Me deleitaba acariciándola y de paso le decía que mirara hacia un sitio, donde había una pareja madura y un chico de mi edad. Podíamos ver en primera fila, el tonteo y luego como el hombre “invitaba” al chico para que tocara a su mujer, pareja o amiga. Pero era eso un pequeño tonteo que de momento no iba a más.
Estaba en las piernas de Cristina, no me limitaba a ponerle la protección también le daba un masaje, pero sin pasarme. Me quedaba antes de llegar a su culo. Entre otras cosas porque Cristina tenía sus piernas bien juntas, como si las tuviera pegadas. Había dejado de mirar hacia la pareja y el chico. Cuando vi que la mujer se la estaba chupando al chico, se lo dije a Cristina. Que miro y esta vez no quito la mirada. A mi pregunta de si eso era normal en la playa, ella solo contesto que cada uno es libre de hacer lo que crea que tiene que hacer. Que ella no era quien para juzgar a ninguno de los tres.
Fui subiendo mis manos y aunque no podía acariciar entre sus piernas, si me atreví a acariciar su culo. Estaba muy duro, me llamo la atención y se lo dije. Con admiración y ella muy orgullosa me conto que era por los muchos ejercicios y horas que hacía. Alabe un poco más su culo, incluso comparándolo con el de algunas chicas jóvenes que pasaban por allí. No me decía nada, pero sabía que estaba contenta de que se lo dijera.
Mi atrevimiento fue a más y acaricié sus muslos con la excusa de el protector, que ya no me quedaba nada en las manos y subí hasta tocar los labios de su coño. Estaban mojados. Cuando “hurgue” con mis dedos, llegando a tocarla bien tocada. Ella solo me decía, No, no, no… párate por favor. No hagamos un numerito aquí, PARA, que sabes que no puedes, ni podemos. Pasé absolutamente de lo que me decía y me puse a hacerle una paja. Seguía con su negativa, pero mi mano ahora entraba mucho mejor, sus piernas habían dejado de estar pegadas.
Mi rabo estaba como el mástil de una bandera y rozaba en su cadera. Me apretaba contra ella y me movía suavemente. Su respiración se agito. Ya no decía nada, solo había un pequeño movimiento de sus caderas, cuando creía que se iba a correr, se levantó de forma inesperada y se fue al agua. La vi volver toda mojada y cuando llego, se plantó de pie ante mí y me dijo muy enfadada. Esto no es correcto y lo has hecho en contra de lo que te pedí. Si me quieres y me aprecias, esto no puede suceder más y me tienes que respetar. Se puso a recoger y me tuve que dar prisa, porque vi que no me iba a esperar. Regresamos sin hablar y yo con un remordimiento grandísimo, sin saber que decir. Una vez que llegamos al apartamento, le di un beso en la mejilla, pidiéndole perdón y que no volvería a ocurrir.
Estaba nervioso, tal vez un poco avergonzado, la oigo que viene y la veo vestida para salir, diciéndome que se va a dar una vuelta y me dejo solo. En la cena todo parecía normal y mi hermana ya me había adelantado que tenía muchas cosas que contarme. Dije que otro día, que me iba a dormir.
Ya estaba harto de quedarme con los calentones. Decidí que si esa noche mi hermana continuaba con sus “juegos” me la follaría sí o sí. No se demoró mucho en acostarse, no se esperó tanto como otras noches. Me tanteo vio que no respondía y se metió en la cama desnuda. Era cuestión de espera oír follar a Cristina y Alberto, porque seguro que follarían. Mi primer movimiento fue pasar un brazo por encima d ella, de tal manera que mi mano quedara cerca de su coño. Me llama, no hago caso y me aprieta mi mano contra su coño, abriendo las piernas. Esta más mojada que Cristina esa tarde, como viene Helena. Se está haciendo una paja con un dedo mío, lo pasa por donde quiere.
Para y me baja cómo puede un poco el pantalón, hasta que mi rabo sale completamente y se pone a tocármelo. Estaba todo siendo parecido a las otras noches, pero esta tendría sorpresa. Lo único que el toqueteo estaba siendo más largo que el día anterior. No fallaron, se les empezaba a oír follar y a cosas que no entendíamos. Aquí Helena se puso más cachonda y no se dé donde saco un condón y me lo puso, con la misma inexperiencia de la otra vez.
Se puso de lado dándome la espalda y luego se fue colocando mi rabo. Empezó a metérselo con mucho cuidado, hasta que lo metió hasta donde ella quiso, que no fue mucho. Luego se puso a pajearse y movía el culo muy poquito. Espere a notarla a punto del orgasmo y cuando lo presentí, no lo dude, le metí el rabo hasta dentro y le tape la boca con toda rapidez.
Me mordió la mano, pero logre que no se oyera su chillido. Le dije, Hermanita has jugado con fuego y te has quemado. Ahora vas a saber de verdad lo que es follar. Sin sacarle el rabo me moví, quedando encima de ella y ella boca abajo. Le dije que se siguiera tocando y ahora de forma suave empecé a follarla, de sus quejidos fue pasando a gemidos. Lo que hizo que me la follara con la “rabia” contenida de esos días. Cuando ella se corrió yo lo hice detrás y me pidió que paráramos. Le dije que no, que quería que tuviera como mínimo otro orgasmo y me dijo que cuando se la metí de golpe tuvo uno.
Alberto y cristina seguían follando y se les oía decirse cosas, pero no lográbamos saber que se decían, no se oía hasta ese punto. Mi hermana me pregunto.
+ No quiero ser hipócrita, pero y ahora ¿Qué?
+ Pues nada. Yo me lo he pasado muy bien. Que estos días me has dejado muy mal.
+ Dude si te enterarías o no, pero como luego actuabas como si nada hubiera pasado, me creía que no te habías enterado. Y te repito, ahora, ¿Qué pasara?
+ Que te voy a follar todas las noches y que también te follare por primera vez el culo que tienes.
+ ¡Hala! Eso ni soñarlo. Que eso por detrás tiene que dolor hasta decir basta, que si todavía fuera un poco más pequeña. Y si no con Estibaliz y con Leire, que están locas por estar contigo, que me dicen siempre que te lleve conmigo y para más información una de ellas no lo ha hecho por detrás.
+ ¿Cuál de las dos?
+ Estibaliz y me extraña porque las dos son de aúpa. Que me da “miedo” estar en un sitio a solas con ellas, que son muy “sobonas” ya me entiendes.
Me siguio contando todo sobre las dos hermanas y fue una conversación de alto voltaje, si era verdad todo lo que contaba mi hermana.
Ese día me desperté muy bien. La noche con mi hermana había sido muy buena, aunque me hubiera gustado continuar. Ella decía que estaba “m*****a” de sus “partes bajas” y por eso lo dejamos así. Alberto y Cristina nos saludaron el día, como siempre con buen ánimo y en Cristina no había ningún atisbo de enfado, de sentirse mal conmigo. Mi hermana me decía que tenía mucho que contarme. Por eso nos fuimos por delante a la playa, los dos solos.
+ Ya estamos solos, empieza a contar y quita toda la paja, que, si no, te quedaras a medias.
+ Lo contare como yo quiera. Lo más importante, tenemos unos “padres” totalmente “salidos” y “pervertidos” les gusta el sexo en todas sus variantes.
+ Ya te dije lo que hablé con ellos, Alberto introdujo a cristina en ese tipo de ambientes y ahora se encuentran muy bien, se les ve muy afines. Creo que Cristina se deja llevar.
+ ¡JA! Según Estibaliz y Leire quien lleva la batuta es Cristina. Que es tremenda y que es una “fiera” le va todo.
+ Tampoco las hagas mucho caso, que lo mismo exageran y Alberto es muy suyo.
+ Que no, que Alberto es muy “obediente” que la que manda es ella. Me he creído lo que me han contado. Que han oído muchas veces, como Alberto dice que a cristina no hay quien la aguante el ritmo, quien la satisfaga y sobre todo quien la domine.
+ Pues no sé, porque ayer a mí me corto en seco, fue radical.
+ No me estarás diciendo que trataste de…
+ Si, pero me corto.
+ Me extraña, porque según estas, le va todo y no distingue de sexos.
+ Te sigo diciendo que lo pongo en cuarentena. Ver para creer. Porque si no conociera a Alberto, lo mismo me lo creía.
+ Pues a mí me da la risa cuando veo a Alberto y me tengo que contener. Porque si es verdad lo que dicen a Alberto le gusta su papel de sumiso cornudo.
+ Que no, eso no me lo creo.
Casi nos pillan en plena conversación, porque llegaron a la playa por otro lugar y solo pudieron oír lo último que dije y me preguntaron qué era lo que no me creía, les dije que una tontería que decía mi hermana. Lo dicho por mi hermana, influyo en mis pensamientos porque miraba fijamente a Alberto y Cristina, me costaba ver en ella una figura dominante y en el con lo que era, en cómo se comportaba, en su actitud, no le veía como una persona sumisa, para nada.
De nuevo ese día me ofrecí a ponerle la crema a Cristina y ella acepto sin ningún reparo, sé que lo hizo por estar todos. Hablamos entre los cuatro y sabía que Alberto tardaría poco en meterse en el agua, que en el momento que le daba un poco el sol iba a refrescarse. En cuanto lo hizo pase a dar un masaje más descarado, ante la atenta mirada de Helena, que me clavaba su mirada y sabía lo que estaba haciendo perfectamente.
Hice una seña a mi hermana cuando empecé a tocar el coño de Cristina. Me costaba porque tenía apretada sus piernas, pero conseguí tocarla con dos dedos y percibí como se humedecía. Pare cuando vi que llegaba Alberto. No sin antes chuparme los dedos para que Cristina me viera, al igual que me vio Helena. La falta de experiencia me hizo no poder descifrar la mirada penetrante de Cristina.
En cuanto pude le dije a mi hermana de no dejarlos solos ese día ni un minuto, que ya se lo explicaría. Mi hermana me conto que estaba “ardiendo” pero en ningún momento los dejamos solos, siempre estábamos uno de los dos con ellos y en el apartamento Helena se pegó a Cristina como una lapa, hasta en el baño. Algo que tampoco era raro en ellas, porque lo hacían mucho.
Lo mejor estaba por llegar y fue al acostarnos. Helena estaba muy intrigada y le dije que me siguiera y no hiciera nada de ruido, que lo entendería rápidamente si era verdad todo lo que ella había contado. Como la habitación de ellos tenía baño, era difícil que salieran de ella. Nos pusimos en la puerta, que desde allí se escuchaba mucho mejor que desde nuestra habitación y ellos hablaban con normalidad pensando que nosotros estaríamos en la cama. Empezaron hablando del tema de las camas y al ser el mes de agosto por allí no había tienda de muebles abiertas. Hablaban de ir al mismo Almería a ver si encontraban algo por allí. Nos estábamos aburriendo y mi hermana susurrándome me dijo que, porque no nos íbamos mejor a nuestra habitación, con la mano le indique que un poco más. Alberto le dio un giro de 180º a la conversación.
+ Eres muy puta, como le has provocado para que te diera la crema. Seguro que te hubiera gustado que se sobrepasara, que fuera descarado y atrevido. Me tuve que ir al agua porque me empalmaba.
+ Tan cornudo como ignorante. Fue menos descarado y atrevido que ayer.
+ ¿Qué ayer?
+ Si, que ayer, que me hizo tener un orgasmo fabuloso. En contra de mi voluntad y le dije que no lo volviera a hacer. Hoy ha sido más comedido.
+ Y, ¿Por qué no te lo tiraste?
+ Es como si fuera mi hijo, es muy joven y no es lo correcto.
+ Te oigo y no doy crédito, con lo puta que eres, con todos los que te has follado y según tú, con el pollón que tiene y te parece incorrecto. Si todas las noches follamos pensando en él, te corres como una cerda.
+ No es lo mismo.
+ Te has follado a las hijas de Eneko e Irune, hay no tenías reparo, que cerda que eres. Ya me gustaría saber cuántas pajas te habrás hecho pensando en Helena y Pelayo.
+ Que tú seas un “salido” no quiere decir que yo lo sea.
Creíamos que al decir eso se había enfadado, pero que va, debían de estar metiéndose mano, porque Cristina le decía que dejara de hablar y le comiera el coño. Además, la frase textual fue, “Cornudo menos hablar y cómeme el coño” mi hermana me metía la mano entre mis piernas y me agarraba el rabo. Eche mi mano para atrás hasta tocar su coño que estaba empapado.
Seguíamos oyéndolos, Alberto le decía si me iba a buscar, ella no decía nada, debían de estar follando, porque se oían los gemidos de Cristina. Alberto le decía que, si no le gustaría más tener mi pollón dentro, ella seguía sin decir nada, hasta que al final le contestaba un si larguísimo, llamándole cornudo y diciéndole que, seguro que a él le gustaría más, para luego comerse nuestras corridas. Lo último que oímos fue cuando Alberto le decía que cuando la follara el culo seguro que sería como la primera vez y ella solo decía que sí, que ojalá y que tenía muchas ganas.
Fue lo último que oímos porque no me aguantaba más, agarre a Helena y me la lleve para la habitación. Donde follamos como si el mundo se fuera a acabar. Mientras estuvimos follando, le decía que me encantaría que a Cristina nos la follásemos los dos y sentía como a mi hermana le calentaba eso. Quise darle por el culo, pero después de intentarlo y de sus quejas lo dejamos para otro momento. Una vez que acabamos mi hermana ya en frio me dijo.
+ ¿De verdad has dicho lo de Cristina en serio o ha sido por el momento?
+ Si es lo de follarla entre los dos, ha sido muy en serio. Me gustaría que la sedujéramos los dos. Dominarla a ella.
+ Es que no lo veo muy normal, que nunca me han atraído las chicas. A pesar de que las dos hermanas me digan que es una gozada. No me veo en ese papel.
+ ¿No te gustaría dominar a Cristina y hacerla nuestra?
+ En el caso de que me atreviera, es que no sabría ni como empezar ni nada. Me cortaría mucho y si ya está presente Alberto, me sería imposible. Que está muy bien para su edad, pero no me atrae nada.
+ Podemos hacerlo sin Alberto y con Cristina empezaría yo y luego hago que te unas.
+ Tu primero “explora” el camino y ya si eso, hablamos.
Había quedado con mi hermana, que tendría que buscarse la forma de hacer que Alberto la llevara a Almería. Porque les llevaría dos horas ida y vuelta, más lo que se entretuvieran allí. Mi hermana se buscó la excusa de ir a comprar un regalo para Cristina, que pronto seria su cumpleaños.
Nos quedamos en la terraza desayunando Cristina y yo solos, habían desaparecido Alberto y Helena, aparecieron arreglados y diciendo que se iban para Almería. Cristina puso cara de asombro y yo hice lo mismo, no quisieron decirnos nada y cuando se marcharon, Cristina me decía que, seguro que se iban para comprarla un regalo de cumpleaños, riéndose me dijo que menos mal que iba Helena, que Alberto era muy “malo” en eso de comprar regalos.
Me comento que se iba a duchar y que nos íbamos a la playa, que me fuera preparando. Esperé unos minutos y me fui decidido a su habitación y la puerta tenía el seguro puesto. Era la primera vez que lo hacía, porque nunca nadie en casa había puesto el seguro a ninguna puerta. Eso me quieto cualquier idea de la cabeza.
Misma rutina de otros días, puestos al sol para “tostarnos” y de pronto voces, risas, alboroto. Estaba boca abajo y oigo a Cristina saludar y se levanta, me suenan las voces y me giro viendo a Samuel y Ada dos vecinos de donde vivimos. Que se quedaron muy cortados al verme. Se recompusieron y ya no sabían si quedarse en el mismo sitio o irse a otro lado. Hasta que Cristina les dijo que no pasaba nada. Samuel (52) al contrario de Eneko y Alberto, que se cuidaban físicamente en cierta forma, estaba bastante gordito, con un buen tripón, no se le notaba tanto al medir como 1.85 y la calva que tenía no le acompañaba, que, si yo fuera el, llevaría la cabeza totalmente afeitada y no los cuatro pelos al viento.
Su mujer Ada (, era la comidilla de todos los chavales, estaba del barrio. Morena, 1.70, voluptuosa, con un culo ideal y unas tetas enormes. Aunque nunca se las habíamos visto y yo estaba a punto de verla en todo su esplendor. No me podría poner boca arriba. Ella y Cristina mantuvieron una conversación casi en susurros, hasta que mi tía le dijo que no fuera tonta que no pasaba nada y Samuel apoyo a Cristina. No quería despelotarse en mi presencia. Ahora me preguntaba si ellos también eran pareja liberal. Que no tenía nada que ver ser nudista con ello, pero la pregunta estaba ahí.
Se desnudo de espaldas y Samuel se enrollaba hablando conmigo. Contándome y contándonos que a sus hijos los habían dejado con los abuelos en el pueblo. El muy grande pero lo que se veía no era para vitorear. Seguía pendiente de ella y lo primero que pude ver el culo. Buen culo, sí señor, muy buen culo, grande bien colocado y que nadie se ofenda, pero muy bien colocado para su edad y para cualquier edad. Se gira y las tetas en consonancia con el culo, aunque algo caídas, tampoco nada extraño con el volumen que tenían. Los pezones grandes y bonitos. Lo que pensaba, no me podía dar la vuelta.
Quería ir a darme un baño, pero necesitaba que mi rabo volviera a su tamaño normal. Tanto Helena como Ada me pillaron mirándolas varias veces, la mirada de Ada era “especial” y me ponía más cachondo. Samuel se puso muy pesado para que el acompañara al agua. Ya me había calmado un poco y me levante diciéndole que fuéramos. Mi rabo no estaba empalmado, pero tampoco normal. Vi cómo me miraban los tres y Samuel hizo un comentario sobre mi rabo que no entendí y hubo risitas. La conversación en el agua fue escasa y la que hubo fue de lo más normal. Samuel la cambio, nos teníamos confianza del barrio, de vernos a menudo y de comer muchos fines de semana juntos.
La llevo a lo sexual. Me decía que tenía que estar “triunfando” allí, con mi cuerpo, etc. Con la misma naturalidad le dije que no me había “comido” nada de nada. Se reía y no me creía. Pero me daba igual. Volvimos con las dos mujeres y me llamo la atención los pezones de Ada, los tenía erectos y eran muy grandes. Nos separamos para ir a comer y quedamos para más tarde. En la despedida mi intención era dar dos besos provocativos a Ada y al final no supe quién fue el que provoco si ella o yo. De camino al apartamento, le pregunte a Cristina si ellos eran una pareja liberal. Su respuesta fue contundente, ¡NO! Y TE PROHIBO QUE TE SOBREPASES CON MI AMIGA ADA. Lo dijo enrabietada y cortante.
Me calle y nada más llegar al apartamento le dije que me daba igual, que si se me pone a tiro lo aprovecharía. Que yo también tenía necesidades. Se giro de golpe para replicarme. Como hacia siempre que estaba malhumorada y la diferencia esta vez, es que no la deje decirme nada, diciéndole que ella bien que se “relajaba” por las noches. Me miro con rabia y se fue. Me suena mi móvil, es Alberto que está llamando a Cristina y que no le coge. Me acerco a su habitación, que esta vez no está cerrada y Cristina esta todavía con el pareo. Le doy el móvil, veo y oigo como le contesta medio mal y dice que vale, que ya comeríamos nosotros cualquier cosa. Me devuelve el móvil diciéndome de malas maneras, que no venían a comer.
Al verla así, supe que me había pasado con lo que le dije antes, no había estado bien. Vuelvo a la habitación y oigo la ducha. La veo duchándose y mi rabo actúa como un resorte, se pone arriba del todo. Me desnudo y me voy sin hacer ruido hacia la ducha. La ducha tiene una puerta de hoja no corredera, la abro y solo al final se oyó algo. Lo que hizo que Cristina que estaba con el agua a tope, concentrada, se diera la vuelta. Se quedo petrificada, su cara lo decía y no articulaba palabra. Mi corazón estaba latiendo al máximo.
No puedo describir lo que sentí al tener a mi “madre” delante de mí, cayéndole toda el agua. Me quede en blanco, no sabía qué hacer. Estaba haciendo el mayor espantoso ridículo. Me iba a ir, cuando su mirada se clavó en mí, me acaricio la cara y sin decir nada más, me cogió el rabo suavemente y se puso a hacerme una paja, se agacho y continuo, hasta que se lo puso en la boca, dándole suaves besitos, lo que hizo que me despejara del todo y que ya no estuviera en blanco. Ahora ya estaba haciendo una mamada en condiciones, colosal y que me derretía. Lo malo es que me había quedado tan en blanco, que no había sabido controlarme y estaba para correrme. Tenía que evitarlo, no quería que una vez que me corriera, se sintiera culpable y no quisiese más. Me acorde lo que me conto mi hermana sobre Cristina y no me lo pensé, agarré su pelo mojado, dando un tirón de él, no muy fuerte, pero lo suficiente para que parara.
Su cara era de sorpresa, se fue levantando y seguía muda, me miraba con “temor” y esta vez sí me sentía dominando la situación. Por lo que le dije, no soy el blando de Alberto, te voy a follar como nunca te han follado y no me olvido de lo que me has puteado, prepárate.
La hice darse la vuelta, me apreté contra ella, quedando mi rabo justo encajado en la raja de su culo. Agarraba sus tetas, sus duros pezones y fui bajando mi mano hasta su coño, encontrando un duro clítoris, que al rozarlo ella gimió con pasión. No sabía si estaba preparado para meterle mi rabo, me daba “miedo” correrme en el mismo momento que se lo metiera. No había más vueltas que dar, hice que se apoyara contra la pared de la ducha y ella alzo su culo, agarre mi rabo y lo lleve hasta su coño, empujando lentamente y disfrutando del placer de notar como entraba, Cristina no podía verme, pero según iba entrando mi boca se abría al máximo, por el placer recibido en ese momento.
Ya me olvidé del “miedo” a correrme, sabía que aguantaría. No nos decíamos nada, solo nos oíamos respirar. Y me puso tremendamente excitado cuando Cristina me dijo, dale ya, ¿no era esto lo que querías?, ¿a qué esperas ahora?, no aguanto más se un hombre de verdad. Lo que me dijo mi hermana era verdad, ella era muy mandona, le gustaba controlar. No era el mejor sitio porque teníamos algo de inestabilidad, pero si era lo que quería, lo tendría.
Empecé a penetrarla con más ritmo y con más “violencia” al empezar Cristina a gemir, provocaba en mi más excitación, era muy excitante oírla, eran unos gemidos intensos, pero suaves, no como los de las películas porno. Se entrecortaba lo que decía, que no se le entendía, pero me daba igual me ponía muy cachondo. Lo que, si lograba entender entre esas frases, era que me pedía más y más. Mis empujones eran ya tan fuertes, que teníamos que tener cuidado, para no resbalar y para no empotrarla a ella contra la pared.
La bombeaba rápido y duro, contra más lo hacía, más gemía ella, que sus gemidos empezaron ya a ser como “chillidos” muy fogosos. Dijo de irnos fuera que al final nos haríamos daño. Así mojados salimos y fuimos a su cama. El ritmo de penetración ahora era mejor y se notaba que ella lo disfrutaba ahora más. Me decía que no me parara, que quería correrse otra vez y no me había enterado cuando se había corrido la primera vez.
Las penetraciones eran rápidas y profundas, hasta notar como mi pelvis golpeaba su culo de forma “violenta” y ella lo rabia con sumo placer. Entre imágenes de pelis pornos, recordando lo que me había contado mi hermana y lo que yo suponía, quise pegarla en el culo, saber que pasaría. Sin parar la pegue en su culo, protesto y me dijo que por ahí no fuera, y no la hice caso, quise mandar, dominar yo, así que repetí varias veces la misma acción, lo único que lo acompañe de palabras “fuertes”, cállate y no digas nada, que eres una puta, muy rica, pero puta, que ahora follaremos bastante a menudo, ¿no veníais aquí para que te follaran?, pues así será, te follare. Al contrario de lo que podía haber imaginado, se limitaba a pedir más y no me contradecía, aunque tampoco me daba la razón, a pesar de que le exigía que me dijera que sí.
No me podía aguantar más y ella que era muy lista, me decía, vamos mi niño, échamelo todo, lléname, llena a tu mama. Eso hizo que me corriera sin poder evitarlo y justo empezar a correrme y esta vez sí oí como se corría ella, quedándonos los dos rendidos y yo sin saber que decir o hacer en ese momento. Me parecía un momento tenso. Cristina me dijo que me quitara de encima, que necesitaba un poco de aire, pero no se fue ni me dijo que me fuera. Solo hizo un comentario de que menudo calor y se rio. Iba a salir de muchas dudas y le pregunte.
+ ¿Te sientes mal ahora?
+ No, no me siento mal. Porque sabía que desde que te enteraste de lo de Alberto y lo mío, esto iba a ocurrir, tarde o temprano. Y también sabía que hoy había muchas posibilidades, porque tú no ibas a parar.
+ Alberto, ¿lo sabía?
+ Alberto ni lo sabia y de momento no lo sabrá. Yo seré quien decida, como y cuando decírselo.
+ ¿Por qué? ¿Es que se enfadara?
+ Que va a enfadarse, si le hubiera gustado vernos. Lo único que es un “juego” que quiero tener yo.
+ Y a ti. ¿Te ha gustado? ¿Ha sido lo que te esperabas?
+ Ha sido mejor de lo que me esperaba, pero seguro que lo podremos mejorar.
+ Bueno eso ya lo veremos otro día.
+ Otro día se verá más, pero hoy todavía queda bastante por hacer.
Empecé un nuevo “ataque” y solo me dijo dos cosas, que rápido me había recuperado y que no le dijese cosas “feas” como antes, que no le gustaba y menos viniendo de mí. Me daba igual lo que me dijera, porque cuando la llame puta, me di cuenta de que se excitaba, no le iba a valer para nada lo que me había dicho. Estábamos de lado, frente con frente y mi rabo entre sus piernas. Lo que hacíamos era algo más que besarnos, incluso nos hacíamos “daño” al hacerlo, no controlábamos bien nuestras bocas. Nunca había estado antes así con ninguna mujer. Era algo fuera de lo normal.
En el jaleo que nos traíamos, le dije en el oído, vamos puta cómeme el rabo que lo haces muy bien, protesto un poco y le añadí, eres la mejor puta comiéndome el rabo, ninguna me lo ha hecho como tú. Eso le debió de gustar porque no protesto más y se fue a comerme el rabo. Lo hacía mirándome, una mirada con una intensidad, que me hacía retorcerme de gusto. Le dije de parar, porque si seguía era inevitable mi corrida, la zorra no paro, hizo que me corriera y fue tan buena mi corrida, como oírla cuando sintió mi corrida. Se quedo de rodillas sobre la cama, recogió con un dedo unas gotas de mi corrida que quedaban en mi rabo y con cara viciosa, se relamió el dedo.
Se levanto y me dijo que la sesión se había acabado. Que no podíamos entretenernos más y que tenía que salir a comprar unos encargos que dejo Alberto y mi hermana. Fui a vestirme para acompañarla, me puse una camiseta y unas bermudas. Ella salió con unos pantalones pirata, muy ajustados, donde además de marcársele el culo perfectamente, se notaba su coño de la misma manera. Una camiseta sin sujetador, marcándosele los pezones, para follársela. Tardamos como 45 minutos en comprar y todo ese tiempo en el supermercado, no pude quitarle ojo. Tenía ganas de acabar y estar a solas con ella de nuevo. Mi rabo estaba con ganas de guerra. Al dejar las bolsas en la cocina, la abrace y me paro. Me dijo que no le gustaba quedarse a medias y que ahora ya no había tiempo.
+ Cristina tu amiga Ada, ¿también es de vuestro “circulo”?
+ No. Pero ya los conoces, son un matrimonio muy alegre, divertidos y el alma de cualquier fiesta.
+ Pues tiene pinta de irle la “marcha” por cómo me miraba y esas cosas. No sé por qué, aquí la veo o los veo de otra manera.
+ Ada y su marido son “especiales”
+ ¿A qué te refieres?
+ Como los juegos de tu play, está en un nivel más avanzado.
No me quiso aclarar más y se puso a colocar la compra. Llegaron Alberto y mi hermana y ella venia con cara de aburrimiento. Sabía que Cristina no le contaría nada a Alberto y decidí no contarle nada a mi hermana, por lo menos en espera de ver como se sucedían los acontecimientos.
Helena y yo nos fuimos a cenar con las dos hermanas y en vez de irnos a algún sitio a cenar, nos fuimos a su casa. Porque Leire estaba mala. Ya en su casa vimos que no era solo ella la que estaba mala, su padre también. Comieron los dos lo mismo y les sentó mal. Después de cenar, nos fuimos los cuatro a la habitación de Leire. Al rato la casa se quedó en silencio. Sus padres se habían acostado. A mitad de la conversación Estibaliz pregunto por una cosa de su portátil y le respondí. Me hizo acompañarla a su habitación para ver si lograba desbloquearle algo que decía.
No se anduvo con sutilezas, nada más estar en su habitación fue muy directa y nos estábamos dando un buen morreo. A pesar de saber lo de sus padres, me cortaba un poco el rollo estar tan cerca de sus padres y ella me repetía una y otra vez, que pasase de ellos, que no pasaba nada. Hasta que llegó un momento que ya me dio todo igual. Fue cuando se agacho y me bajo las bermudas y se puso a mamarme el rabo. Paro de mamarme sin dejar de hacerme una paja y me sorprendió diciéndome que le gustaba lo gorda que era y volvió a lo suyo.
Volvió a parar se quitó el vestido que llevaba, quedándose solo en tanga, no llevaba sujetador. Me dijo de no perder más el tiempo, que no teníamos mucho y que si tardábamos aparecían su hermana y la mía, queriendo saber porque tardábamos. No sé de dónde, saco un condón y me lo dio, era una chica previsora. Me costó ponérmelo, pero al final lo conseguí. Se tumbo boca abajo y lo primero que me dijo, que se colocaba así, porque era como más le gustaba y porque así llegaba muy rápido, que no era para que la diera por detrás y me lo dejo claro.
Me puse detrás y sin llegar a tumbarme sobre ella, puse mi rabo en la entrada de su coño. Estaba tan empapada que no tendría ningún problema en follarla. La lubricación del condón, también ayudo bastante, porque a pesar de estar tan empapada era estrecha. Mientras íbamos cogiendo el ritmo, ya que empecé suave, me di cuenta de que había alguien observando, creía que eran mi hermana y la suya, hasta que pude ver sin que se dieran cuenta de que era su madre Irune.
Estibaliz me pedía que empujara hasta el tope, que eso le gustaba mucho. Sacaba casi todo el rabo y se lo volvía a meter hasta que nos tocábamos. Me daba igual ya que la madre mirara, es más, me ponía más cachondo y eso hacía que la follara con más ímpetu. Mire con descaro hacia donde estaba Irune, sonriéndola y mirándola. No le deje ninguna duda de que sabía que estaba allí y le dio igual, lo único que hizo fue abrir con suavidad un poco más la puerta. Es la primera vez que vivía algo sí, me puso al borde de la “locura” era más que una excitación.
Estibaliz apretó su cara contra la cama y se corrió con mucho ímpetu, retorciéndose para todos los lados, me hubiera gustado oírla sin que se tapara, tenía que ser el no va más. Me levante y me quite el condón, lo hice también para que su madre me viera el rabo y luego le dije a Estibaliz que me correría en su boca. Ella por lo que vi encantada. Me hacía una mamada vistosa y con mucho arte. Su madre no perdía comba de lo que sucedía y yo la miraba directo a los ojos. Nos trasmitíamos mucho y cuando me corrí en la boca de Estibaliz, creía que su madre se correría sin tocarse.
Me pidió que me fuera a la habitación de su hermana y que ella iría ahora. La madre nada más terminar de correrme desapareció. Pero sabía que nos volveríamos a ver de otra manera, el verano pintaba pero que muy bien. Al marcharnos mi hermana iba con ganas de juerga y me tonteaba provocándome y diciéndome que había hecho con Estibaliz. Se lo conté con todo detalle y me dijo que le hubiera gustado vernos. En el trayecto Helena recibió una llamada de una amiga suya, se puso muy contenta y empezaron a ponerse al día. Estaba en Murcia a 1,30 h de donde estábamos nosotros.
En cuanto vio a Alberto y Cristina, se puso melindrosa para que uno de ellos la llevara a Murcia a comer al día siguiente para ver a su amiga. Hacia tan bien lo de embaucar a la gente, que Cristina dijo que si, que mientras ella comía son su amiga, nosotros tres aprovecharíamos para comprar cosas en el Ikea. Intervine diciendo que no me apetecía, que me quedaría aquí. Les pareció bien.
Cuando se fueron, que no fue muy temprano, una hora normal, me baje a la playa. Me coloque en la misma zona que solíamos hacerlo. Había bastantes parejas alrededor y trataba de hacerme a la idea, como un número importante de esas parejas, no todas, les gustaba el rollo de “entremezclarse” porque los conceptos de matrimonio o pareja no eran los que yo había tenido hasta ese momento. Aunque entendía que, si varios adultos están de acuerdo, no puedan hacer lo que quieran.
Los primeros en aparecer fueron Samuel y Ada. Donde vivíamos nadie se imaginaria a Samuel y a Ada, en este tipo de situaciones o similares. Como tampoco se lo imaginarían de Alberto y de Cristina. Samuel y Ada, eran muy respetados y aunque ella era muy “sugestiva” en su forma de vestir, nadie se sobrepasaría con ella, porque nunca daba pie a nadie, con ella no había equívocos. Muy simpática y agradable, pero hasta ahí. Aunque a todos mis amigos y a mí, siempre nos causó y nos causa impacto verla. Pues mucho más, como la veía ahora sin ropa.
La conversación empezó por saber qué hacía solo y les conté donde estaban el resto. Llego Irune sola, las hijas y Eneko se quedaron en casa, no estaban todavía bien del todo. Pregunto lo mismo y fue Ada quien le conto porque no estaban el resto de mi familia. Mi rabo estaba al máximo, Ada me ponía muy cachondo y recordar lo de la noche anterior, ver la cara de Irune, me ponía más cachondo todavía.
Ellas se pusieron a hablar de todo un poco, nada trascendental, básicamente de las nuevas plantas que había plantado Ada en el chalé donde vivían. Que lo habían comprado hacía ya muchos años y lo utilizaban en verano, cualquier fiesta del año y los puentes. Ante tan “interesante” conversación, mi rabo cogió un tamaño más normal, lo que me permitiría levantarme e ir a darme un baño. Samuel se había quedado dormido y no llegaba a roncar, pero resoplaba de una forma sonora.
Les dije que me iba a bañar y Ada movió con brusquedad a Samuel, acompáñale que no se bañe solo, que solo sabes dormir, venga muévete, fue expeditiva no le dio opción a otra cosa. Samuel se levantó y a pesar de que insistí en que no lo despertara y que me podía bañar solo, él se vino conmigo, me decía que con las mujeres no se discute. Me sentó mal por Samuel y se lo quise expresar.
+ Samuel, de verdad que lamento que te despertaran.
+ Ya te lo he dicho cosas de mujeres.
+ Seguro que era para quedarse solas y poder hablar más tranquilas.
+ Que va, es para que yo hablara contigo. Aunque lo mismo les viene bien quedarse solas para hablar.
+ ¿Y de que tienes que hablar conmigo? Si es para que no cuente que hacéis nudismo, podéis tener la certeza de que no comentare nada a nadie.
+ En eso estamos tranquilos. No es eso.
+ No quiero que me interpretes mal. Pero ya que se, que sabes el secreto de todos nosotros. ¿Qué visión tienes de todos nosotros?
+ A parte de que ha sido toda una sorpresa en lo que respecta a Alberto y Cristina, de vosotros no sabía que estuvierais en lo mismo, porque nadie me lo había dicho. (Le oculte lo que me dijo Cristina de que ellos eran “especiales”) De todas maneras, creo que no debo opinar. Salvo que veo que por aquí es más normal de lo que parece, porque en estos días he visto de todo.
+ Me agrada que por lo menos no estés escandalizado.
Me quise salir del agua y como ya me avisaron por la pareja que entablo conversación conmigo al principio, supe que Samuel quería decirme algo más, cuando llegamos a las toallas vi como la mujer le miraba y el hacia un ligero y discreto movimiento con sus hombros. Lo hablaría con Cristina. Nada más llegaron al apartamento le dije a Cristina que necesitaba hablar de forma urgente con ella. Le dijo a Helena y Alberto que fueran preparando la mesa para cenar y a mí que le acompañara a tirar la basura y los vidrios.
Ella rápido me pregunto si había pasado algo y una vez que la tranquilicé, le conté lo que me había pasado. Puso mala cara, note que dudaba entre decirme algo o simplemente pasar de lo que había contado, pero al final, nos paramos y se soltó.
+ Te lo voy a explicar, para que lo tengas claro. Ellos no son como nosotros. Son por decirlo de otra manera, más “guarros”
+ ¿Por qué son más guarros?
+ Alberto y yo, a excepción de lo ocurrido hoy, siempre que hacemos algo tenemos que estar los dos. No vamos cada uno a nuestro aire y siempre participamos los dos. Ellos no. Ella es muy puta y el un cornudo que le gusta mirar, no participa con otra mujer. No quieren parejas.
+ Cristina no te entiendo. ¿Por eso son más guarros? Al final más o menos hacéis lo mismo.
+ Que no, que no somos iguales. Alberto y yo, cuando empezamos en esto, llegamos a ese acuerdo. Ellos también empezaron así, pero al final evolucionaron a otra cosa.
+ Pues yo lo veo igual. Ni mejores ni peores, solo iguales.
+ Tú como Alberto. Que sabréis vosotros, vámonos que estarán preguntándose qué pasa.
No se fue enfadada, pero si contrariada. Mientras cenábamos mi hermana se puso melindrosa conmigo. Rápidamente me sonaron todas las alertas, porque cuando se ponía así, era que quería algo. Era que su amiga Ruth (16-17) (1.60) que era con la que había comido, su mejor amiga y confidente, vendría al día siguiente a pasar dos días. Por lo que a mi si no me importaba, me tocaba dormir en el sillón. Que sería una incomodidad total. Ya que si no sería su amiga quien tuviera que hacerlo. Le dije que me lo pensaría.
Alberto y Cristina se bajaron a tomar un helado después de cenar y de paso luego nos subirían uno a nosotros. Helena al quedarnos solos, volvió a la carga, pero esta vez con todas sus “armas” y mientras me tocaba me conto que le había dicho a su amiga lo nuestro. Me sentó muy mal, porque eso no era lo que habíamos acordado. Ya que era nuestro secreto. Se justifico diciendo que le había dicho que fue solo un tocamiento y que su amiga Ruth, de siempre había estado loca por estar conmigo y habían acordado “seducirme” entre las dos por eso la repentina invitación a venir. Ya la idea me gustaba más.
Cuando llegaron Ruth y sus padres que eran los que la traían, estuvieron a punto de llevársela, al ver lo de la playa nudista. Helena fue rápida y dijo que nosotros no íbamos a esa playa. Alberto y Cristina, callaron como muertos y cuando les preguntaron mintieron. Algo que no les gusto. Ruth era más baja que mi hermana, pero físicamente mucho más sugerente y provocativa, a pesar de estar más “rellenita” lo que hacía que sus formas fueran más llamativas.
El día lo pasamos sin más. Por la noche Alberto nos dijo que ellos se irían al día siguiente con más gente a comer fuera, que nos quedaríamos solos y me hacían a mi responsable de todo. Antes de que se fueran esa mañana, hable con Cristina para preguntarle si le había dicho algo a Alberto, ella fue directa, si le cuento algo, tu estarás presente. No sabía si eso me hacía gracia o no, pero me tendría que aguantar.
Al irse me quede solo en la terraza, ya que mi hermana y su amiga seguían acostadas. Me entraban ganas de ir a su habitación, pero quise ser prudente. No quería estropear lo que mi hermana tenía preparado. Suponía que nos bajaríamos a la playa, nos veríamos desnudos y, una cosa llevaría a la otra. Tendría que tener paciencia, que seguro que después de comer, vendría lo mejor.
Se iba haciendo tarde para bajar a la playa. Salieron las dos de la habitación, traían el pelo mojado e iban vestidas no para bajar a la playa. Mi hermana iba solo con unas bragas muy pequeñas, que dejaban los cachetes de su culo al aire y sin sujetador. Ruth venia más discreta si lo comparábamos con mi hermana. Porque llevaba unos pantalones cortísimos, que se metían por la raja de su culo, dejando parte de el al aire y con una camiseta ajustada no llevando sujetador y marcando sus pezones de una manera fantástica.
Las únicas palabras que me salieron, fue decirles que si íbamos a ir a la playa, teníamos que irnos ya, que si no se nos juntaría con la comida. Mi hermana me contesto que a Ruth le daba vergüenza ir a la playa nudista y que además se habían dormido tarde porque estuvieron hasta las tantas hablando. Se bebieron un café y mi hermana no se anduvo con rodeos, se acercó a mí y se puso melindrosa. Hermanito mi amiga me ha llamado mentirosa, dice que no me cree. Ahora no sabía a qué se refería mi hermana, ni sabía lo que se suponía que tenía que decir o hacer, lo único que se me ocurrió fue preguntarle, mentirosa ¿Por qué? y ¿En que no te cree? Una vez que me contesto sabía que todo había empezado y más cuando vi cómo se puso de roja su amiga, lo que me respondió fue, no se cree que tu “cosota” se tan grande y tan gorda, todo porque su novio la tiene más pequeña. Oírla me puso cachondo y cuando me paso su manita por mi rabo delante de su amiga, me puso más. Le respondí, que yo no sabía si su novio la tenía más pequeña, más grande o igual.
Las caras que ponía su amiga no me aclaraban si ella quería algo o estaba en esa situación forzada por la actitud de mi hermana. Quise salir de dudas y haciéndome el serio, el sorprendido, le dije a mi hermana, Helena, creo que te has pasado y que te estas pasando y a Ruth no le hace nada de gracia lo que estás diciendo, porque no creo que ella quiera ver nada.Helena le pregunto a su amiga si quería ver mi “cosota” como decía ella y Ruth dijo, por mi sí, salvo que a tu hermano le de vergüenza. Si mi hermana desconocida para mí en ese terreno, era muy puta, su amiga era igual que ella.
Aparte a mi hermana y me puse mirándolas a las dos, mi erección era visible y les dije, que podía verlo, pero, lo tendrían que hacer entre las dos. Se acercaron las dos juntas haciéndose las vergonzosas, se pusieron de rodillas y me bajaron las bermudas, saliendo disparado mi rabo. La que inicio todo fue Helena, me agarro el rabo y mirándome a mi primero y luego a Ruth, se puso a mamármela. Invito a su amiga, que se dejó de vergüenzas y diciéndole a mi hermana, esto sí que es una “cosota” esto seguro que no nos entraría y mi hermana se echó a reír diciéndole, ya verás como sí.
Hacia una mamada mucho mejor que mi hermana. Helena solo miraba, su amiga se quitó y entonces Helena con su mano trato de secar la saliva de su amiga y luego se puso a mamarlo. Cuando Ruth se acercó a mi señal para hacerlo juntas, mi hermana se echó para atrás y la dejo sola, que nuevamente y sin quitar la saliva de mi hermana, continuo con la mamada. Era la primera vez en mi vida que estaba tan cachondo. El trio que siempre pensamos los tíos, se estaba haciendo realidad. Quería a mi hermana más activa. La agarre atrayéndola para que la mamara con su amiga, me costó, pero al final empezó a hacerlo, al principio tímidamente pero luego con mucha efusividad.
Eso me llevo a correrme como un primerizo y al hacerlo vía como las dos querían hacerse con mi corrida, que les mancho la cara, el pelo y sus labios se rozaron bastante. Las ayude a levantarse y nos fuimos a la habitación. No hizo falta ayudar a nadie, en segundos estábamos desnudos los tres. Ruth se acercó a mí y nos besamos con una pasión extraordinaria, aunque el notar el sabor de mi corrida en su boca, me choco un poco. Eso también era nuevo para mí.
Luego bese a mi hermana y estaba también muy cachonda. Ahora atraje a Ruth hacia nosotros para besarnos los tres a la vez. Ruth desde el primer momento participo, mi hermana lo hacía sin sacar su lengua, hasta que yo me eché hacia atrás y las uní a las dos. Ruth tomo la iniciativa y ni se lo pensó, veía como la daba un beso con la lengua metiéndola en su boca, cuando vi que mi hermana empezó a ser receptiva, las deje sin tocarlas que siguieran. Ya jugaban con sus lenguas y empezaban a acariciarse.
Ver una relación lésbica, en vivo y en directo, hizo que mi rabo se empalmase con más fuerza. Empecé a acariciar sus espaladas, me daba mucho gusto y llegar a sus culos, para luego llegar a sus coños que estaban empapados. Me puse un condón y me coloqué detrás de Ruth, que se colocó de rodillas y solo dijo que, con mucho cuidado, que era muy grande. Mi hermana se vino junto a mí y me mordía la oreja, mientras yo iba follándola poquito a poco. Es verdad que aun estando empapada me estaba costando meter mi rabo.
Helena me animaba, diciéndome que su amiga era muy puta, que se la metiera hasta el fondo y no sé porque lo hacía en mi oído, porque su amiga estaba oyéndola perfectamente. Ya tenía metido todo mi rabo y le estaba gustando porque tal como gemía y como hablaba, estaba muy cachonda. Estaba como perdido, estaba follando como un “robot” no sabía bien que hacer, salvo meter y sacar. Poniendo el ritmo por los gemidos de Ruth. Era la inexperiencia, pero me dejaba llevar, usaba mi instinto. Menos mal que ya me había corrido antes, porque si no, no duraría lo que estaba durando.
Le dije a mi hermana que se pusiera delante de su amiga. Hacia como si no me oyera y le di un buen cachetazo en una de sus nalgas y se puso delante de ella. Iba a decirle a Ruth que la tocara, se me adelanto, se agacho y sin mostrar ningún prejuicio, se puso a comerle el coño. Al principio mi hermana me miro “apenada” y luego cambio, vaya que si cambio. Aparte del olor penetrante a sexo que había en la habitación, lo mejor era oír los “ahogos”, resoplidos y gemidos que soltaban Ruth y Helena, era como una orquesta y como no, mi respiración que paso de ser una respiración fuerte a algo parecido a un bramido.
Mi hermana se quedó tensa, sin respirar, hasta que de pronto se retorcía y gritaba, estaba corriéndose, nos puso muy cachondos a Ruth y a mí, tanto que Ruth se corrió detrás de mi hermana. Ruth se quitó, decía que estaba agotada, me dejo a medias. Por lo que, al ver a mi hermana, con esa cara de satisfacción, medio “espatarrada” y con su coño brillante, no me lo quise pensar. Ella me miro, observando cierta vergüenza en su mirada. Me dio igual me acerque y tal como estaba, agarre sus piernas, las coloque a mis costados y le metí el rabo sin ningún tipo de contemplación.
Le metía el rabo dándole golpes secos. Cada vez que le pegaba un “meneo” daba un suspiro potente, con fuerza y agarro la mano de Ruth, que estaba tumbada a su lado. Ruth dejo su estado de relajación y se puso a comerle las tetas. Mi hermana le acariciaba la cabeza y cuando cambio de posición. Le tocaba sus pezones. La respiración de mi hermana y la mía, ya eran bastante fuertes y Ruth no quería ser menos, se puso abierta de piernas sobre la cara de mi hermana, que puso sus manos de tal manera, que su amiga no pudiera agacharse más.
Ante mi asombro, Ruth cogió los pezones de helena y vi como los apretaba con “rabia” de tal manera que mi hermana, protestaba intercalando gemidos y quejas de dolor. Quito sus manos de Ruth y esta relajo sus dedos, poniendo su coño sobre la boca de mi hermana. Pasando lo mismo que con el beso, al principio remisa y luego se veía el ansia con el que se comía el coño de su amiga.
Era un trio perfecto. Mi hermana le comía el coño a su amiga, su amiga se besaba conmigo y yo mientras me follaba a mi hermana. Durante bastante rato seguimos follando en todas las posiciones y, de todas maneras. Practicamos de todo, menos el sexo anal, que ninguna quiso.
Cuando terminamos y como nos quedó un poco de tiempo, estuvimos de confidencias. A mis preguntas a Ruth si ella ya había tenido relaciones lésbicas, nos contestó que no, pero que siempre le había atraído mi hermana y desde que supo que venía y a lo que venía, intuía que iba a pasar y que le había gustado. Mi hermana se sorprendió con su amiga y al final dijo que había estado muy bien. Quedando al final, que, si ese verano no podíamos vernos más, cuando se acabaran las vacaciones y volviéramos a nuestra ciudad, ya haríamos por repetir todo.
Estaba siendo el mejor verano de mi vida. Las experiencias vividas hasta ese momento, el ver una serie de situaciones impensables para mí y el haber descubierto la “doble” vida de Alberto y Cristina, como la de nuestros vecinos y amigos, Samuel y Ada, me hacía ver la vida de otra manera totalmente distinta. Descubrí una nueva visión del sexo y lo mejor era lo que me quedaba por descubrir.
Mi siguiente deseo era estar con las dos hermanas, pero estaba bastante difícil, porque se habían hecho un grupo con otras chicas de los apartamentos y por lo que conocí de ellas, no eran como ellas y mi hermana. Yo había hecho amistad con un grupo de hombres y jugábamos bastante a futbito en una de las canchas que había en los apartamentos. Incluso nos apuntamos a un campeonato. Todos eran mayores que yo y cuando digo mayores eran como 20 años el que menos. Nuestro equipo estaba en desventaja con el resto porque solo lo componíamos siete jugadores.
Solíamos jugar a última hora de la tarde, cuando el sol estaba ocultándose, porque el resto del día, el sol pegaba de lleno. Entre los otros seis jugadores, estaba el francés que me “abordo” con su mujer en los primeros días, tuve un acercamiento hacia ellos, pero no acababa de conectar con ellos. Con quien si conecte bien fue con Gonzalo (1.68) (40) y con su mujer Vanesa (1.65) (39). Eran prácticamente de la misma altura y cuando ella se ponía sandalias con cuña, parecía bastante más alta que él.
Gonzalo físicamente estaba bastante bien, si hiciera un poco más de musculación, estaría perfecto. El pelo lo tenía rapado. Vanesa, estaba muy bien. Unas tetas que se notaban grandes, un culo bien colocado y unas piernas muy bonitas. De cara no es que fuera muy guapa, pero embrujaba. En una cosa estábamos los tres igual, era nuestro primer año allí. Me enteré de que ella lo máximo que hizo fue hacer top les. Un día subí a tomarme un bocadillo, porque el partido empezaba un poco antes y no quería ir con el estómago vacío.
Había quedado con Gonzalo, quería pillarlo a solas y sondearlo para saber de qué palo iban su mujer y el. Comí rápido el bocadillo y bajé. Gonzalo estaba solo en la terraza del bar, bebiendo una cerveza. Su mujer había quedado para ducharse y cambiarse. Era el momento ideal, pero en eso llegaron la pareja francesa. Dafnée y Thibaut los dos de unos 35 y casi de la misma altura. Físicamente bien los dos, ella con unas tetas pequeñas, pero bien puestas, con unos pezones que miraban para arriba.
Se sentaron con nosotros y con su mal castellano, pero que ya querría yo hablar de esa manera el francés, se enrollaron con nosotros. Ella había quedado junto a mí y los roces de nuestras piernas eran constantes, al llevar pantalón corto los dos, se notaba con más intensidad. Bajo Vanesa y venia arrolladora, el detector que llevo en mi rabo me lo decía, porque se empezaba a hinchar. Los franceses dijeron que subían pero que en un raro estaban. Vanesa se levantó, quería pedir un helado y quería ver lo que tenían. Una vez que cogió el helado, le llego una llamada y se apartó de nosotros para hablar.
+ Tiene para rato, es su madre. Cuando se enganchan las dos a hablar, es mortal.
+ Eso es bueno, que se lleven bien.
+ ¿Qué miras con tanto interés?
+ Pues a la francesita, que la veo desde aquí, que están junto al portal hablando con otra pareja. Que tiene un culo perfecto. (El comentario lo hice con toda la intención)
+ Que tío, mira en lo que se fija. No te ira mal el verano a ti. Aquí uno soltero y fuerte como tú, tiene que ser la hostia. No pararas.
+ No me puedo quejar, va todo muy bien. (Pudo sonar con algo de suficiencia, pero no quería parecer un primerizo)
+ ¿Y qué te parece Vanesa?
+ Joder, es tu mujer. Ni la miro (Le dije con un falso pudor)
+ No pasa nada. Salvo que te parezca un “cranco”
+ Que va, esta estupenda.
+ ¿Solo eso?
+ No quiero que te mosquees.
+ No me mosqueara nada de lo que digas.
+ Seré conciso. Si como está comiendo el helado lo hace todo, tienes una suerte increíble. (Le daba unos lengüetazos al helado y también lo apretaba con sus labios de una manera que pondría cachondo a cualquiera)
+ Eso no es nada, jejeje.
+ Pues mi enhorabuena, por la suerte de probar esa boquita.
+ Si quieres tú también podrías.
+ ¿Cómo? ¿Es una broma?
+ No es ninguna broma. Llevamos mucho tiempo con la fantasía de meter a un tercero, vamos de hacer un trio. Por eso hemos venido aquí. Nos da mucho morbo y sobre todo a mí. Y como estoy hablando en serio, ¿te apetecería?
+ Que pregunta más tonta. Pues claro que sí. ¿Pero ella querrá? ¿Ya lo habéis hablado?
+ Se que no le desagradas. Se que te encuentra atractivo. Y si lo hemos hablado, aunque tiene las reticencias, que no sabe si será capaz de hacerlo con nadie, porque una cosa es la realidad y otra la fantasía, y otra reticencia es tu edad, que dice que eres demasiado joven. Si quieres ser mi compinche, lo podemos intentar.
+ No sé, vale, pero si veo que la cosa se pone chunga, me piro.
+ Si no olvidas lo de hablarle sucio y otro secretillo, le gusta que la traten de una forma especial, que la “dominen” un poco, algo que no se me da bien a mí. Que, aunque no lo dice lo sé.
Mientras hablábamos no paraba de mirarla y más cachondo me ponía. En otra ocasión me hubiera escandalizado que un tío me invitara a acostarme con su mujer, pero ya no me escandalizaba nada. Se nos acercó un vecino para comunicarnos que al no presentarse los otros, nos daban el partido por ganado. Cuando se acercó Vanesa, Gonzalo se lo conto y dijo de ir a tomar una copa para celebrarlo. Me limite a seguirle la corriente y nos fuimos a tomar una copa. La imaginación volaba en mi cabeza. Nos fuimos a un chiringuito, con la música bien alta y que de momento no tenía mucha gente. Era todavía temprano.
La charla que teníamos era insustancial, una tontería tras otra. Hasta que Gonzalo llevo la conversación hacia un contenido más picante y no se en su mujer, pero conmigo estaba caldeando el ambiente a base de bien. Vanesa se fue al servicio y nada más hacerlo, Gonzalo con una cara de vicioso empedernido me pregunto, ¿Qué te animas?, en parte algo sorprendido porque no sabía todavía si era de verdad o no, porque siempre andaba de bromas. Mi respuesta fue, quien iba a decir que no, con la mujer tan impresionante que tienes, pero no creo que yo le vaya. Me dijo que ya veríamos, que pronto saldríamos de dudas. Me animo a que le diera un “tiento” a su mujer, me invito a que fuera hacia los servicios y que la abordara al salir, para saber que decía. En eso me negué y ya me daba que ella no sabía nada, que todo era cosa de él.
Se decepciono por no hacerle caso. Al regresar Vanesa la conversación volvió por los mismos derroteros. Frases con dobles intenciones, el tono cada vez más picante, mientras Vanesa le decía que se tranquilizase y a mí me decía que no le hiciera caso. El chiringuito una vez que ya era noche del todo, se fue llenando. Había gente bailando y Vanesa se fue a bailar con dos amiga que vio. Gonzalo estaba cada vez más “alegre” pero sin emborracharse. Me contaba lo que le gustaba a su mujer, me ponía más cachondo verla bailar mientras su marido me contaba lo más íntimo y lo que también me conto, fue que, si no se la hablaba “mal” en esos momentos, no se ponía cachonda del todo.
Me puse a bailar con las tres y aunque no conocía a las dos amigas, encontraba más “química” con ellas que con Vanesa. Lo único, que, al estar sus maridos por allí, la cosa no fue a más. Vanesa al ver el comportamiento de sus amigas se animó más conmigo. Una cosa llevo a la otra, que el rabo se me pusiera muy duro y que en algunos momentos me rozara con ella.
Me di cuenta de que esos bailes a Gonzalo le pusieron empalmado, se notaba mucho. Nos propuso irnos a su apartamento a seguir tomando algo que allí ya había mucha gente y resultaba incómodo. Dijimos que sí y nos fuimos muy animados. Ellos hasta llegar a su apartamento, fueron muy acaramelados todo el camino, dándose algún que otro beso y alguna carantoña. Su apartamento era como el nuestro, un apartamento verano, vivienda ocasional. Gonzalo se puso a sacar hielo hablando conmigo, mientras su mujer desapareció. No tardó mucho en volver y se sentó con nosotros. Aproveché para ir al servicio y lo que hice fue escuchar lo que decían.
Él quería verla follar, estaba muy claro. Ella era remisa y sobre todo porque decía que ella pensó siempre, que sería con alguien de la edad de ellos, decía insistentemente que no. Gonzalo se puso tan pesado que ella se enfadaba, por eso salí rápido e hice ruido para que cambiaran de conversación. Quise relajar el mal ambiente y pregunté si no tenían música, del estilo de donde habíamos estado bailando. Les desconcertó y quise decir algo más, es que me apetece bailar y que mejor aquí que viendo el mar, venga Gonzalo, a qué esperas ¡VAMOS!, y ese era el momento en el que me hacía caso o me mandaban a la mierda. Me hizo caso puso la música y cuando le dije que apagara la luz, que con la que llegaba de fuera era suficiente, Vanesa miraba a su marido con desconcierto.
La agarre y nos pusimos a bailar, ante la mirada de su marido. Vanesa no sabía qué hacer, estaba tensa, no como antes. Me daba todo igual, lo más que podía pasar que me “invitaran” a irme, total los conocía de unos días y después de allí, difícilmente nos volveríamos a ver. Lo que me envalentono, agarrándola bien y haciendo que notara mi rabo duro. En el lance del baile y aunque ella no ayudo, le di la vuelta quedándome detrás de ella y mirando hacia Gonzalo. Que estaba sentando, fumando y rozándose con la mano libre, su entrepierna.
Vanesa había echado una mano atrás y la ponía en mi abdomen para impedirme que me pegara a ella. Haciendo una fuerza importante. Me estaba “hartando” no quería perder más el tiempo, haría una última intentona y si no, me iría a ver si pillaba a mi hermana o a alguna de las amigas. Así que le dije, Vanesa tu estas con ganas de follar, el cornudo que tenemos ahí delante, no para de tocarse el rabo, queriendo que el demos un espectáculo, porque no te dejas de hacer la dura, que ya me han dicho que era una buena puta.
No podía ver su cara, si la de Gonzalo que miraba con impaciencia a su mujer. Esta no decía nada, hasta que sentí como cedía en su fuerza y bajaba la mano hasta llegar a mi rabo y apoyaba su espalda sobre mí. Lo que aproveche para lamer y besar su cuello. Casi la misma fuerza que empeño antes, lo hacía a la hora de acariciar y agarrar mi rabo. Me m*****aban los pantalones, esperaba que ella me los desabrochara. De pronto y de forma exagerada, se dio la vuelta, paso sus brazos por mi cuello y nos fundimos en un estupendo beso.
Agarre su culo, toque sus fabulosas tetas, me faltaban manos. A ella también, pero con mucha habilidad me desabrocho los pantalones, sacando mi rabo y pajeándome suavemente. Estaba sintiendo u enorme placer. Metí mi mano por debajo de su vestido y pude tocarla, notaba como se dejaba y como le gustaba lo que mis dedos hacían en su coño y le dije a su marido, que coño más mojado y rico que tiene esta puta y como sabe hacer una paja, como me la voy a follar. Ver como se ponía Gonzalo al oírme me ponía a mi más cachondo. Me empezaba a gustar esa situación. Me hacía sentir algo más que con una relación sexual a solas con una mujer.
Gonzalo no pudo aguantarse más y se acercó a nosotros. Al hacerlo pudo ver como su mujer me tenía agarrado el rabo y como me masturbaba. Beso a su mujer y de qué manera lo hizo, eran un volcán los dos. Ahora éramos los dos quienes tocábamos a su mujer. Que, al notar tanta mano, se “descomponía” de placer. La desnudamos en nada. Ella se puso a desnudarme y lo hacía en plan bestia, porque llego a romperme hasta dos botones de la camisa y jamás vi a nadie desnudarse tan rápido como a Gonzalo. Una vez desnudos Vanesa se arrodillo y se puso a comernos los rabos, empezando a alternar las mamadas de un rabo al otro. Se metió con su marido por la diferencia de tamaños. Decía que ahora sabría si era verdad que el tamaño no importaba.
Nos llevamos a Vanesa a la cama, nada más dejarla sobre ella, metí mi cabeza entre sus piernas y Gonzalo estaba de rodillas junto a su cara y ella le mamaba el rabo. Vanesa estaba mu cachonda y se corrió con grandes espasmos y gritando que se “moría”, Gonzalo quito el rabo de su boca y saco algo, era un condón, que me lo tiro sobre la cama y me dijo que me follara a esa puta.
Me colocaba el condón, que costaba porque quedaba muy ajustado y Gonzalo aprovechaba para besarse con su mujer, la cual, cuando vio cómo me cortaba colocármelo, dejo a su marido, me empujo para que me tumbara y me arranco el condón, agarro mi rabo, se lo coloco en su coño y se lo metió hasta el fondo, con las protestas de Gonzalo y ella contestándole, jodete cornudo, esto es lo que querías y esto es lo que ahora quiero yo, si te gusta mira y si no, vete a tomar por culo, jadeando profundamente y cabalgándome de una manera frenética, besándome y poniendo sus tetas en mi boca, estaba desbocada y creía que Gonzalo estaría enfadado, cuando vi cómo se hacía una paja mientras nos miraba, los dos se decían de todo, puta, zorra, cornudo, maricón, era muy excitante oírles todo lo que se decían.
No sabía exactamente, pero me dio que se corrió en nada tres veces, pero ya no sabía, por todos los chillidos e improperios que daba. No sé de dónde lo saco, pero Gonzalo tenía un tubo de lubricante, que vi cómo se lo ponía por su rabo, luego se llenó los dedos y sentí como se lo ponía en el culo a Vanesa, que se veía que no era su primera vez, porque se agacho sobre mi pecho y Gonzalo le metió su rabo en el culo. Note a la perfección como se iba introduciendo. Los gritos de ella eran ya escandalosos y decía que era lo mejor que le podía haber pasado, sentir dos a la vez y le decía a su marido, cabrón, cornudo, ya no dirás las tonterías de que el tamaño es una tontería, me está matando de gusto. Otra vez que volvía a encadenar lo que yo creía que eran orgasmos.
Entre esas corridas nos corrimos Gonzalo y yo, no se la de él, pero la mía fue una corrida única. La sudada de Vanesa era más que notable y pidió un respiro y algo de beber, que estaba seca. Me reconocieron que era su primer trio y su primera doble penetración. A las preguntas de Gonzalo, Vanesa reconoció que había sido increíble. Le dije que me gustaría repetirlo, pero estando yo detrás. A Gonzalo le pareció muy bien, pero Vanesa me dijo, bebe no estoy muy convencida, que la de este mira el tamaño y me cuesta, fijaste en la tuya, me da “miedito”. Gonzalo si quería y la animaba, se lo ponía todo bien.
No sabía que decir, porque no estaba sobrado de experiencia y menos con mujeres mayores que yo. Vanesa dijo a su marido, Gonzalo eres un pesado, muy cansino. Vale lo hare, pero será como yo diga y como quiera. Nos iremos al comedor y tú te quedaras aquí. Primero quiero ver si soy capaz con uno solo y ya veremos. Pero tú te esperaras aquí. Gonzalo miro con cara de niño pequeño. Como si hiciera pucheros, pero acepto. Vanesa me dijo que fuera con ella y se llevó el lubricante, salimos y ella dejo bien cerrada la puerta.
En el comedor se sentó y me hizo quedarme de pie. Poniéndome en mi rabo lubricante, lo hacía con suma lentitud y poniéndome el rabo al máximo. Acabo y sin decir nada, se puso cojín en el suelo, se puso de rodilla sobre él, apoyando el resto del cuerpo en el sillón, dejando su culo en posición. Quise saber si había que hacerlo de alguna manera en especial, a que ritmo, ella me corto y me dijo, aprende una cosa, esas cosas no se preguntan, se hacen y sobre la marcha se ve, eso es lo que tienes que aprender, si logras “entender” en esos momentos a una mujer, tendrás mucho éxito y, sobre todo, no estés tan callado.
Me corto un poco lo que dijo, pero no me lo tome a mal, empecé a follar su culo, el principio fue lo que más me costó, luego fue yendo mejor y a pesar de unos pequeños quejidos y alguna “protesta” fui metiendo mi rabo hasta el final, donde ella me dijo que me esperase, que parara un momento. Luego me dijo que me empezara a mover con suavidad y al rato me lo follaba a mi ritmo. Ella con su mano derecha se tocaba su coño y yo empezaba a follarla con más ímpetu, recibiendo ella mis empujones sin protestar todo lo contrario. Me agarré a sus tetas y me di cuenta de que cuanto más apretaba sus pezones, más gemía ella y más fuerte. Me acorde de lo de “hablar” y empecé una “conversación”
+ Desde que te vi, me pusiste cachondo, si llego a saber que eras tan puta, te hubiese follado antes.
+ ¿Y por qué te esperaste?
+ Porque no sabía que eras tan puta ni que estuvieras casada con un cornudo.
+ Pues si soy muy puta, me vuelve loca follar y yo tampoco sabía que tenía un cornudo redomado como marido.
+ Pues que de gracias el cornudo que no vivimos en el mismo lugar, porque te follaría todas horas y ya me encargaría de llevar a algún amigo para follarte como se merece una puta como tú y también para que tu marido lo pudiera ver.
Nada más oír todo lo que le decía se corrió de una forma singular. Y cuando estaba a punto y le dije de correrme fuera me contesto, ni se te ocurra ¡Córrete dentro de mi culo! Y antes de que acabara de decirlo se lo estaba llenando con mi corrida. Me salí y me quede sentado sobre el frio suelo, junto a ella, que prácticamente sin moverse me pregunto, acariciándome mi cabeza, eso último que has dicho, ¿lo decías de verdad?, refiriéndose a lo de follarla con mis amigos. Mi respuesta fue muy sincera, lo he dicho por el fragor del momento, pero si, desde luego que te lo propondría. Se sonrió y no dijo nada más.
Después ya nos unimos a Gonzalo y ella me dio una toalla, diciéndome que me fuera a lavar. Cuando estaba secándome los oía hablar, pero no llegaba a entender nada de lo que decían. Al salir del servicio, Vanesa se metió en él y Gonzalo me dijo, ahora es mejor que te marches, no es que haya ningún problema, pero es mejor y ya te contare como ha ido todo, una vez que se haya enfriado. No sabía que quería decir todo eso, aunque sospechaba que a ella no le había gustado algo, a la cabeza me vino lo último que dije yo y a la contestación a su pregunta. Una vez vestido le dije a Gonzalo que me despidiera de su mujer y el me indico que así no, que eso sería una grosería, que esperase. Golpeo la puerta del servicio diciéndole a su mujer que me iba.
Salió en albornoz y con voz dominante le indico a su marido que se fuera duchando, que ya me acompañaba ella a la puerta. Donde me despidió con un caliente y húmedo beso. Deseándome que tuviera buenos sueños, que ella seguro que los tenía. Me fui como el tío más feliz del mundo.
Al llegar a donde vivo, llegaban a la misma vez Cristina y Alberto, venían bastante alegres, sobre todo Alberto que venía tocándole el culo. No habían advertido de mi presencia, hasta que los salude. Me preguntaron de donde venia y mi contestación de tomarme algo con unos amigos, Alberto quiso indagar más y le dije que tomando una copa con una pareja amiga. Estando ya en el apartamento, Alberto quiso saber más y no quise añadir nada más. Allí me di cuenta de que estaba algo más que alegre, llevaba una buena “tajada” encima. Se fue al servicio y entonces la que quiso preguntar fue Cristina y ante su curiosidad, puse todo el énfasis en decirle, pues sí, he estado con un matrimonio joven y sí, es lo que te imaginas, hemos estado follando, lo mejor que me he follado un buen culo, lo peor que me ha sabido a poco y me quede con ganas de más.
Se acabaron las preguntas y en cuanto Alberto volvió a aparecer, ella me dio las buenas noches y se lo llevo a dormir. El apartamento estaba en silencio y mi hermana esa noche no dormía allí, dormía con las dos hermanas. Entre que me empezaba a imaginar a mi hermana con alguna de las hermanas y recordaba lo que había pasado esa noche. Mi rabo estaba “tontón” y me empecé a tocar, al principio suavemente en espera de oír follar a Cristina y Alberto, para hacerme la paja con más entusiasmo.
Nada, mutismo total. Esa noche no querían darme una buena sesión de sexo sonoro. Lo mismo es que estaban, como muchas otras veces, en la cocina entretenidos hablando de algo. Pito, pito gorgorito, salgo o no salgo, era lo que pululaba por mi cabeza. Empiezo a oír algo, paro de tocarme y agudizo mi oído para oír bien. Me levanto abro la puerta y salgo, acercándome a su habitación. Tengo la suerte de que la puerta no está cerrada del todo.
Están en faena, lo que pasa que esa noche les está costando arrancar. Cuando me decido a mirar, veo a Alberto entregado entre las piernas de Cristina y ella con la almohada puesta sobre su cara, por eso no los oía. Sus bocas estaban bien tapadas. Alberto ahora cambia de posición y le dice a Cristina que lo monte. Así lo va a hacer, cuando él le dice que se ponga al revés, que le encanta tocarle el culo. Cristina se queda mirando hacia la puerta, aunque no mira, porque una vez que se ha metido el rabo, se apoya sobre los tobillos de él, dejando caer la cabeza y el pelo tapa su cara. Veo el vaivén de sus tetas. Se mueve con mucha suavidad. Alberto está bien cachondo y le oigo decirle, así puta, menea este culo, que te has puesto como una perra bailando con ese alemán. Que se te notaba mucho y ahora seguro que estás pensando en Pelayo, ahí tan cerquita. Si quieres le llamamos y te follamos entre los dos, que te dejaríamos “destrozada” a pollazos. ¿Qué dices, lo llamo?
Cristina solo gemía y no decía nada, hasta que la insistencia de Alberto le obligo a contestar y también la calentura que tenían los dos encima. Por lo que oía pensaba que ya se lo había dicho. Ella le dijo, no pienso hacer nada con él y lo que tenías que haber hecho, era haber aceptado irnos a casa de los alemanes y si, follárnoslos toda la noche. Pero como eres un cabrón, no has querido y no entiendo por qué.Alberto se la follaba con más ganas y le insistía, lo he hecho, para que estés muy cachonda y te folles a Pelayo, que quiero oírte, verte. Ahora en vez de mis dedos en tu culo, tenías que tener a Pelayo dándote duro. Cristina se aguantaba al decir nada. Le decía que siguiera follándola y que hablara menos. Pero Alberto seguía con su tema.
Seguía follándosela, pero diciéndole que era como si fuera yo quien estuviera allí follándosela y a Cristina no le debía disgustar nada, porque cada vez se ponía peor. Se empezó a correr ella y después seguido Alberto. Que al acabar dijo que ya valía, se quedó medio resoplando y ella se tumbó al lado de él.
+ Hoy te has corrido pronto, has estado más flojillo. O que estabas muy cachondo.
+ Lo último, entre que he visto como babeaba el alemán y pensar en verte follar con Pelayo, no he podido aguantarme más.
+ Pues en eso te vas a quedar con las ganas. Tus ojos no lo van a ver, ni tus oídos lo van a oír.
+ No lo entiendo. Se que tú quieres, yo quiero y él te desea como un berraco, que te iba a poner mirando para todos los lados.
+ Que no, que podemos crear muchos problemas con eso. Porque no es aquí, verano y ya está, luego viene la vida normal, muchas complicaciones.
+ Tonterías y escusas. Ya verás cómo Irune y Ada se lo tiran y eso que no quedan muchos días para acabar las vacaciones. Sobre todo, Ada, que si no se lo han tirado todavía es raro.
+ A Ada le pasara como a mí. Luego viene el resto del año. El cruzarnos todos los días, si él se lo cuenta a sus amigos. Ada es como es, pero muy reservada y discreta en sus cosas.
Cristina paro de hablar porque se dio cuenta de que Alberto le ocurrió como le solía ocurrir, se quedó dormido y cuando eso le pasaba no había nada que hacer. Trato de despertarlo o lo que quería era comprobar que dormía. Se puso a masturbarse, lo veía perfectamente y decidí irme a mi acama a hacer lo mismo, en una posición más relajada.
En el momento más álgido de mi paja, se abre la puerta y entra Cristina. Cierra la puerta y se sienta en el costado de mi cama. Viene con una bata de verano. Tengo la sabana puesta, tapándome la cintura, lo justo. Estira su mano y acaricia mi cuerpo y pellizca mis pezones. No dice nada. Le digo, te tenía que echar de aquí, eres muy puta, podías haberme invitado para que te folláramos los dos, que a él no le hubiera importado, que estaba preparado para verme. No me respondió siguio acariciándome, hasta que bajo más la mano, metiéndola por debajo de la sabana y agarrando mi rabo. Empezó el sube y baja con su mano, me destapo del todo, se quitó su bata y se sentó sobre mi rabo, se agacho y con voz muy sensual me dijo al oído, y no, Alberto todavía no está preparado. Tiene que querer ser todo un cornudo y suplicarme que tú seas el corneador. Igual que le hizo Ada a su marido. Según la oía me entraban ganas de correrme, que puta y que retorcida.
No imaginaba a Cristina siendo tan perversa, con lo dulce y cándida que era. Seguimos follando y ya no me decía que no le llamase ni puta, ni perra ni nada de eso. Lo aceptaba y estaba claro que le gustaba. Cabalgaba con mucho ímpetu y se llevaba mis manos a sus tetas, le apretaba los pezones y ella me iba indicando, cuando me pasaba un poco me decía que parase. Quería follarle el culo y me contestaba que todo llegaría. Me clavaba las uñas en mi pecho, se pasaba clavándolas, pero ene se momento me daba igual. Me aviso de que se iba a correr, pero que no me corriera yo, que quería que lo hiciera en su boca.
Me aguanté como pude y me costó lo que nadie se imagina, el no correrme, con esos movimientos tan salvajes que tuvo. Se dio cuenta, porque se quitó rápido y se lanzó sobre mi rabo, metiéndoselo hasta la garganta, hasta hacia un sonido extraño el cómo se lo metía. Ni avisé, para que, me corrí de forma irremediable. Se lo trago todo y se tomó su tiempo en limpiarme bien el rabo. Nos tumbamos un momento los dos, recuperándonos. Casi seguro que no era el momento, pero tenía que salir de dudas, porque lo mismo sería difícil tener un momento solos.
+ Cris, explícame eso del corneador.
+ Que siempre me ha dado envidia Ada y quería poner en práctica lo de tener un amante, macho, chulo, para que me folle y haga de mi lo que quiera. Pero nunca encontré a esa persona hasta que lo hice contigo. Ahora quiero que Alberto me “obligue” y así poder poner mis condiciones.
+ ¿Qué condiciones?
+ Ninguna en especial. Es simplemente que acepte y ejerza de cornudo. Pero cuando digo cornudo, es cornudo. Que sé que él lo desea desde hace tiempo y tú lo harás posible. ¿Estás conmigo?
+ Claro que lo estoy, pero ¿tan segura estas?
+ Segura no, lo siguiente. Lo único que hay que ir con paciencia. Que en la escala de cornudos está en el 5, de una escala de 1 a 10.
Cuando te lo pasas bien el tiempo pasa volando, pues esas vacaciones, ese verano iban demasiado deprisa y me quedaban muchas cosas por hacer y muchas cosas por vivir. Mis siguientes metas, eran pasar un buen rato con las dos hermanas y mi hermana, aunque me daba un poco de “miedo” porque no sabía si sería capaz y lo otro que quería, era estar con Ada, que el morbazo que me daba y el calentón que me entraba era para volverse loco.
Quien resultaba más desconocida para mí, estaba siendo Cristina, la complicidad entre nosotros aumento mucho, teníamos nuestros “códigos” y sin que nadie lo entendiera ella me decía, la brisa está en una escala del 5,5 siempre era el 5 con algunas décimas, lo que me indicaba que Alberto todavía no está preparado para lo que ella quería. Me tenía todo el día empalmado, teníamos pequeños roces, pero nada más, no lográbamos estar solos el tiempo mínimo necesario.
Por la noche los oía dale que te pego. Entre eso y mi hermana que me contaba las andanzas con las dos hermanas, que ya se habían enrollado entre las tres, me tenían en un sin vivir. Helena aprovechaba lo que podía para dormir en casa de las hermanas. Esa noche en concreto no dormiría con nosotros, le dije a Cristina que dejara su puerta abierta lo suficiente para verla y que luego pasara por mi habitación. Las noches anteriores pude oír como Cristina incitaba a Alberto astutamente, para luego decirle que no, que era un pervertido.
Me hice el dormido cuando veíamos la tele y Cristina me despertó para mandarme a la cama. Desde mi habitación los oía muy bien, ya que el apartamento no era de grandes dimensiones. Alberto decía algo ininteligible, Cristina hablaba con el suficiente tono para que pudiera oír y le decía que era un guarro, que, siempre pensando en lo mismo, pero no estaba en lo que decía, si no como lo decía, que le daba a Alberto pie, para seguir en esa línea. Se le notaba todo cachondo.
+ No seas tonta. Si todo quedara en casa. Tenemos la ventaja de que él no dirá nada.
+ Alberto, es que no. No es nuestro hijo, pero es como si lo fuera.
+ Pero no lo es. Has visto el pollón que tiene, es joven, fuerte y está hecho un mulo, te “destrozaría” follándote, debe de ser incansable.
+ Que no, además no sabría cómo entrarle.
+ Solo tienes que hacer como otras veces.
+ No es lo mismo, siempre lo hacemos con parejas. Recuerda que siempre dijimos que nada de un amante fijo, que luego vienen los “problemas” que te rebotaras. Que al principio queréis y luego os entran los remordimientos. Que no.
+ Vale, pon tu las condiciones, las acepto todas de antemano.
+ Eso es muy fácil decirlo. Porque bien que has criticado a Samuel por tolerar a Ada todo.
+ Fue al principio. ¿Cuánto hace que no me oyes criticarlo? Mas de una año, bastante más.
+ Vamos a dejarlo porque no aceptarías las condiciones que yo pudiera poner.
+ Las que digas. Desde ya. Dímelas.
+ Tendría que pensar, porque se me ocurren solo unas pocas. Las que me conto Ada.
+ Pues dime alguna, que ya verás cómo es sí.
+ Así de pronto, se me ocurre, que tendrás que probar su semen, si lo hiciéramos se correría en mi boca y luego nos besaríamos los dos. Otra cosa, le comerás el culo, como haces conmigo, mientras estuviera haciéndolo conmigo y por supuesto le comeríamos la polla juntos y también te enseñaría a comérsela tu solo. Son cosas que se me ocurren así de pronto. Y, sobre todo, serás el cornudo de la casa, el sumiso y el pasaría a ser el macho corneador. ¿A que ya se te han quitado las ganas?
+ Ya veo que lo has dicho para que me calle.
+ Si y no. Si porque estas todo el día con lo mismo y ya me cansas, pero también es no, porque si aceptaras por mi encantada, que se desde hace tiempo que te gusta más ese rol. Contestes lo que contestes, me viene bien.
Dejo a Alberto mudo, sin palabras. Joder con la tranquila Cristina, menuda “fiera” quien me lo iba a decir. Se fueron a la cama, el primero fue Alberto, que el vi pasar por el pasillo como mustio. Al rato le siguio Cristina, que abrió la puerta de mi habitación y me lanzo un beso con la mano. Me levante rápido y nos besamos. Y con las dos manos me señalo un 7 con los dedos. Me salí al pasillo y me acerqué a su puerta, la oscuridad me protegía. A diferencia de otras noches, dejo una luz tenue encendida.
Verla desnuda me ponía como decía Alberto, como un mulo. Allí de pie, untadose crema por las piernas y por otras partes del cuerpo, era un espectáculo. Alberto la miraba con entusiasmo y le decía, mírate, eres bellísima y lo más bonito, es lo puta que eres, lo que daría por verte empalada por el pollón de Pelayo. Me he dado cuenta de que hablabas en serio, quieres convertirme en un cornudo y sumiso. Que puta que eres.El oírle decir eso me ponía todos los pelos de punta, estaba de acuerdo con él, Cristina era muy puta y si eso me puso los pelos de punta, la contestación de Cristina fue categórica, ay Alberto, yo lo reconozco, soy muy puta, pero tú tendrás que reconocer que eres todo un cornudo, las últimas veces que hemos estado con otras parejas, te la has pasado más mirándome lo que me hacían y lo que hacía, que haciendo tu nada, que me he dado cuenta. Por lo que no te puedo convertir en un cornudo, porque ya lo eres. Lo de sumiso sí. Tú necesitas eso y yo necesito, alguien que me trate como lo que soy, que tu cada día eres más blando. Reconócelo. Cornudo.
Alberto no le daba la razón, pero no se la quitaba. Era como un juego de guerra y Cristina había sacado toda su artillería. Cuando fue a decir algo Cristina lo remato y lo hizo sabiendo que yo escuchaba y para que tomara nota. No digas nada más, que por tu boca puede salir lo que quiera, pero solo mírate como estas de empalmado, es porque te gusta la idea, pero hay algo que te tiene que quedar claro, si el no responde como quiero, una vez y no más. Buscaremos por otro sitio a un buen corneador que nos ponga bien las pilas y nos domine.
Se acostó junto a él que estaba tan cachondo, que se la meneo un par de veces y se corrió ante el “cachondeo” de Cristina, que le decía, amor mío que vicioso que eres, siempre lo has sido. Seguía haciéndole una paja y con voz cachonda, le preguntaba si yo querría follármela, si aceptaría ser el corneador, que como me lo dirían. Alberto a todo le contestaba que sí, que seguro y que, si ella no se atrevía, el me entraría, para saber lo que decía. Cristina que sabía que estaba cachonda, se le notaba mucho, dejo de tocar a Alberto y este quiso follársela, ella lo paro diciéndole que estaba tan cachonda, que era el mejor momento para tantearme, que iría a mi habitación. Él le dijo que fuera, pero que volviera rápido, ya fuera sola o conmigo. Ella el plan dominatrix, le dijo, decide ya, pero si dices que vaya, recuerda que desde ese mismo momento ya no mandas en nada, tú mismo, pero si dices que no, no pasa nada, pero tampoco pasara ya.
Con un “lacónico” ve, ella se bajó de la cama, me metí en mi habitación a toda velocidad y al rato llego ella. Desnuda completamente con una sonrisa que me pareció “preocupante” y como no cerró la puerta me hizo sentir incomodo, pensaba en Alberto, se me bajo la erección de golpe. En cambio, a ella la veía fuera de sí, deseosa, se tumbó en la cama, se dio cuenta de mi cortedad.
+ No te cortes ahora, está prohibido echarse atrás.
+ Es que la puerta abierta, Alberto despierto, entiéndeme.
+ Quien tiene que entender eres tú, igual que Alberto lo ha entendido. Solo tendrás una oportunidad. Quiero que seas el macho corneador de esta familia, Alberto ya lo ha aceptado y por eso he dejado la puerta abierta, para que no se imagine nada. Tú tienes que asumir la labor que te toca y con mi ayuda serás muy bueno. Porque lo llevaba deseando mucho, solo faltaba un buen candidato, uno de confianza y quien mejor que tú. Y por supuesto reúnes otras “cualidades” fundamentales, ahora solo te queda ponernos a Alberto y a mí en nuestro “sitio”.
+ No sé si sabré, que estoy bastante perdido, que esto se me escapa incluso a mi imaginación.
Cristina se puso a acariciar mi rabo, a lamerme por todos los sitios y me susurraba en mi oído, pasando su lengua, con voz insinuante, uuuummm, empezamos bien, me gusta cómo crece en mis manos. Puedes decirnos, llamarnos lo que quieras, puedes no, debes, que nos pondrá muy cachondos. Que Alberto seguro que se está haciendo una paja. La manera que tenia de decirlo, eso solo ya me hacía casi correrme.
Se fue hacia abajo y empezó a comerme el rabo, era una fuera de serie, estaba colocada de tal forma, que su culo y su coño, quedaban a mi vista, al tocarle el coño, se estremeció y parecía una fuente. No muy alto le dije que era una puta y decía que sí, que mucho. Fuimos hablando cada vez más alto y no solo ella se puso más cachonda haciéndolo.
Tuve que quitarla porque me corría, quería aguantar un poco más. Quería follarla y ella se colocó a cuatro, que decía que era como más le gustaba. Me quede de pie y ella arrodillada en la cama, mi rabo entro sin apenas esfuerzo, el ritmo era pausado, porque no quería correrme muy pronto y porque quería ir aumentándolo, según la viera a ella. No se cortaba iba diciendo lo bien que lo estaba haciendo, lo bien que se sentía, a mi pocas palabras me salían y tampoco nada del otro mundo. No me lo esperaba, vi a Alberto mirando desde la puerta, me freno.
Cristina se quejó por pararme y vio a Alberto, no te pares, que no te preocupe el cornudo, si se la está pelando como un mono, míralo, ¿te gusta verme así de puta? Como me lo estoy pasando, si vieras como me llena su pollón, que guarra me siento. Solo me había fijado en la cara de Alberto, baje la vista por lo que dijo Cristina y era verdad, se estaba haciendo una paja delante nuestra. Provoco en mi algo, porque entonces le agarre del pelo con fuerza, mientras ahora si la penetraba profundamente y con movimientos que hacían que se oyeran el golpeteo de nuestros cuerpos sudorosos.
La cara de ella no la podía ver, pero la de Alberto sí, ahora era yo el que hablaba, sois unos cerdos pervertidos, estáis hechos una buena puta y un buen cornudo, os voy a traer a raya, vais a hacer lo que yo os mande y esta será mi puta, hare de ella lo que quiera. ¿Lo tenéis claro? Los dos como si se hubieran puesto de acuerdo decían de seguido varios sí. Me corrí sin más, lo bueno que mi rabo siguio duro y yo follándola. Me daba cuenta de que estaba siendo brusco de palabra y de obra, por mi boca salía todo tipo de improperios “contra” ellos, que veía que les hacía felices.
Llego el momento de Cristina, que aumento en sus obscenidades, Alberto mira como mi macho, nuestro corneador hace correrse a esta puta que soy.Toda una escandalera la corrida que tuvo y me volví a correr dentro de ella. Su coño tenía que estar lleno de mi semen, porque mis dos corridas fueron grandes. En el último empujón, ella se dejó caer y yo hice lo mismo encima de ella. Quería sentir como mi rabo se deshinchaba. Alberto se acercó, le acaricio su cara, lo vi tan tierno que me iba a quitar para dejarlos. Pero Cristina me dijo, que me esperara y le dijo a Alberto, amor, te toca ahora comerte mi cuquita, que está llena de la corrida de nuestro corneador.
Alberto algo abochornado se preparó y cuando me quite, Cristina se dio la vuelta y el metió su cabeza entre sus piernas y lamia su coño, pero con cierto distanciamiento. Cristina me miraba, sus ojos estaban llenos de vicio. Me puso cachondo y provoco que le ordenara a Alberto, cornudo, ¿así es como se come un coño? Déjate de tonterías y cómele el coño en condiciones a mi puta. Qué manera más bestial de comérselo y la mirada de Cristina era de satisfacción y placer. Después de correrse en la boca de Alberto, Cristina se levantó y dijo que se iban a dormir, buenas noches y de esto nada a Helena. Creía que se iba a quedar toda la noche.
Por la mañana me despertó Cristina, fue un despertar distinto a las otras veces. Me mando la ducha antes de desayunar y me dijo que me esperaba en la terraza. Una vez me duché, fui con una toalla puesta, es lo que solía hacer siempre. Estaban los dos preparados para la playa y tomando café. Alberto aparte de darme los buenos días, actuó como siempre, se interesó por la competición de futbito, de cómo íbamos. Cristina de la misma manera, me dijo que iba al tendedero por un bañador para mí y cuando volvió me lo dio. Pero no me permitió levantarme, se sentó junto a mí y me empezó a meter mano en mi rabo. A plena luz del día, en la terraza.
No tardo en conseguirlo y una vez conseguido, se sentó encima de mí, sin quitarse el vestido, no llevaba nada debajo, se colocó mi rabo y como la noche anterior entro sin ningún problema, estaba igual de empapada. No sé cómo lo hacía, pero prácticamente no movía su cuerpo y sin embargo notaba como se movía su coño. Tenía estirado los brazos sobre la mesa y su ruidos con la boca subían de intensidad. Alberto le acariciaba las manos y de vez en cuando la cara. Para mí era un flipe. Me agarro una mano y la llevo a su clítoris, estaba claro lo que quería y empecé a martillear su clítoris. Sus meneos eran más intensos hasta que se corrió, no siendo lo escandalosa que fue por la noche.
Se levanto me dio la mano y me llevo adentro, donde se puso de rodillas y me hizo una mamada perfecta e intensa, hasta que llene su boca de mi semen y nada más hacerlo se fue por Alberto y le beso, vaya dos. Se fue dentro y nos dejó solos a Alberto y a mí. Alberto, ¿con los otros siempre ha sido así?Se me quedo mirando, como pensando su respuesta hasta que me dijo, siempre nuestras relaciones han sido con otras parejas, nunca con un hombre o mujer a solas, tríos ninguno.Me quedaron muchas preguntas por hacer, pero me dio corte, en otro momento.
Ya se me habían olvidado mis otros deseos, con Cristina tenía bastante. Eso pensaba hasta que en la playa estaban las otras parejas y sobre todo Ada. Que me ponía el rabo firme cuando se agachaba y dejaba ver su culo y lo que no era su culo desde atrás. No creo que lo hiciera por nadie en particular, me daba que lo hacía simplemente para exhibirse, que la miraran y sentirse deseada. Por mi parte lo conseguía y más, porque yo la conocía de siempre y donde vivíamos era otra mujer totalmente distinta, recatada a mas no poder y hasta con un toque de santurrona.
Su marido Samuel se enrollaba conmigo nada más verme, su actitud era más normal de como yo le conocía. Exceptuando lo de dejar a la mujer estar en bolas en la playa y lo que intuía ahora en su matrimonio. Andaba con mucha desconfianza, porque no había día que no me llevara alguna sorpresa y no quería que se me notara mucho, lo verde o palurdo que era en algunos temas. Fui al agua y el me siguio, al estar solos enseguida cambio la conversación y como otras veces la focalizo en mi vida “privada”.
Volvía a decirme que me lo tenía que estar pasando en grande allí y más en grande se lo pasarían las mujeres que probaran, mi polla, nabo, rabo, cipote, porque utilizaba todos los nombres que se le ocurrían, para añadir que cuando estuviera empalmado tenía que ser una gloria. Me daba un poco de repelús que un tío me dijera esas cosas y la forma de cómo lo decía. A todas sus preguntas es que no las contestaba porque no sabía ni cómo hacerlo. ¿Me estaría tirando los tejos? Era la pregunta que me venía. Hasta que me pregunto.
+ ¿Te gusta mi mujer Ada?
+ La señora Ada es muy simpática, muy agradable, me cae muy bien.
+ Mi pregunta no iba por ahí, te preguntaba físicamente.
+ No sabría qué decir, es que, no sé.
+ Te lo preguntaba porque como se te van los ojos detrás de ella.
+ No que va. Yo no miro así a la señora Ada.
+ Venga que no soy tonto y tengo ojos. Que te embobas cuando le ves las tetas, más que tetas tetazas.
+ No de verdad que no.
No sé cuántas mentiras dije, me salí del agua porque estaba muy nervioso y seguro que estaría colorado. Llegue a las toallas y estaban tumbadas boca abajo Irune y Ada, parecía que estaban durmiendo. No había rastro de los demás, solo toallas vacías. Llego Samuel y se encendió un cigarro, Ada le miro y le pidió que le pusiera protección en la espalda. Se excuso de que estaba fumando y dijo que yo se lo daría. Cogió el protector y me lo dio, diciéndome que se lo extendiera bien.
Trague saliva y le eche varios chorros por la espalda y me puse a extendérselo. La piel la tenía ardiendo. Una vez acabe con la espalda, Samuel me dijo que quedaba el resto. Mis manos temblaban, Samuel se fue a su toalla, se puso los cascos y se tumbó. Eche más potingue en sus piernas y fui extendiéndolo, desde los tobillos para arriba, vi que ella como si fuera sin querer, abrió un poco sus piernas, dejando ver su coño abultado, porque tenía unos labios como hinchados.
El siguiente churretón se lo puse en el culo y una parte se metió entre sus nalgas, eso no era lo que yo buscaba, traté de impedirlo y puse un dedo, que se resbalo y fue más debajo de lo deseable, ella en vez de protestar o llamarme la atención, soltó por su boca como un arrullo, seguí como “limpiando” con mi dedo y llegué hasta su ano, esta vez a propósito, pero con el miedo de que soltara un chillido. Note como alzaba un poco su culo, me envalentono y toque bastante más hasta que vi que se acercaban los demás. Deje de untar el protector y me tumbe boca abajo.
Como llegaron dando voces, con varias tarrinas de helado. Se levantaron y Ada decía que se había quedado dormida. ¿Sería verdad? ¿No se habría enterado? No es que fuera tonto, pero todas esas situaciones me volvían “tonto” y estaba resultando como un partido de futbol de mayores contra pequeños, aquí el pequeño era yo. Aunque estaba aprendiendo muy rápido. Entre tanto bullicio Samuel nos invitó a todos a una barbacoa esa noche en su chale. Leire, Estibaliz y mi hermana se excusaron porque ellas no irían.
Mi hermana me confeso que las hermanas la estaban enseñando muchas cosas y que le encantaba que las dos se “pelearan” por ella. Se la veía muy feliz. Sele había abierto un nuevo mundo como a mí. Al final de la tarde Alberto, Cristina y yo fuimos para el chale. Ellos iban de sport, pero muy bien vestidos. Yo llevaba un polo y unas bermudas. Llegamos los últimos a cosa hecha. Cristina quería llegar la última. Cosas de mujeres me dijo Alberto. Iba convencido de que esa noche sería una noche altamente caliente. Nos abrió Ada y al verla, se confirmaron mis presagios.
Iba completamente de blanco. Con un vestido corto, que dejaba ver sus muslos morenos y un escote pequeño para las tetas que tenía y con unas trasparencias, que dejaban entrever sus abultados y oscuros pezones. Cuando dimos la vuelta a la casa por el jardín, me quede cortado. La barbacoa ya estaba funcionando y había mucha gente, lo malo es que eran de todas las edades, desde críos a gente bastante mayor, como mis abuelos. Gente de mi edad nadie.
Las mujeres, menos las abuelas iban “marcando” tendencia. No sabían lo que era la discreción. No sería la noche imaginada por mí, pero la vista iba a estar más que activa. El chale, lo que es la casa no era muy grande, dos plantas. Aunque la planta de arriba era pequeña y mucha terraza. Mucho barullo y mil conversaciones. Me fui a la barbacoa a ayudar a Samuel y un primo suyo llamado Juan Carlos y que su mujer Rosana, era una que estaba claro que estaba teñida de rubio, de las mismas edades que el resto y vestida tan provocativa como las demás. La diferencia es que era la que tenía más tetas, pero se veían que eran operadas, porque no se movían ni al respirar, no se movían para nada y se veía que no llevaba sujetador.
Ya no sabía si es que la veía a todas de una manera distinta o el de la mente “sucia” era yo. Me pidieron que les echara una mano en la cocina. Me acerque y estaban Rosana y Ada, con un montón de platos, fuentes y colocando aperitivos. Me iban pidiendo cosas y me indicaban donde estaban, pero para ir a los sitios, tenis que pasar por detrás de ellas, que “jugando” conmigo, ponían sus culos para que no me quedara más remedio que rozarlas. Con tanto roce paso lo que tenía que pasar, me pusieron duro el rabo. Lo que me llevo a restregarme bien en cada pasada.
Entro un niño diciéndole a Ada que su abuela la llamaba. Ada cogió un par de fuentes y salió. No me lo pensé, al pasar de nuevo, Rosana al estar sola actuó de otra manera y el que cambio también su actitud fui yo. Porque me agarre a sus caderas y me pegue del todo a su culo, dejando mi rabo en medio. Se puso a “protestar”, que haces, para o grito, que te has creído, ya verás cuando se lo diga a tus padres, serás sinvergüenza, mientras soltaba todo eso, ya había sacado mi rabo de su enclaustramiento, le había levantado la falda y se lo tenía puesto entre sus piernas. Notando el roce de su tanga. Que lo tenía bien metido por su culo y su coño.
Me movía como si me la follara y me agarraba a sus enormes tetas. Puso sus manos sobre la encimera, pego su culo contra mí y me acompañaba en mis movimientos. De golpe se quitó, me dio la mano y me llevo por una puerta a lo que parecía un salón o un comedor, que estaba a oscuras. Me desabrocho el pantalón y se quitó el tanga, se apoyó en una silla y me dijo que me diera prisa, que nos podían pillar. Follábamos sin control y ella me juraba, que nunca le había puesto los cuernos a su marido, no me la creía, pero me gustaba oírla, se corrió a una velocidad increíble. Se quito se agacho y me dijo que me corriera en su boca, saco la lengua y como no hacía nada más, me hice una paja hasta correrme, entonces sí, se la metió en su boca y después me dijo, ve fuera, pero llévate cosas, no salgas con las manos vacías. El polvo más corto de mi vida, intenso, pero cortísimo.
El resto de la noche, miradas cruzadas con varias de las mujeres y nada más. Al irnos Rosana cuando se despidió de nosotros, me paso un papel con una dirección y que ponía mañana a las 11. Cuando nos montamos en el coche, mi sorpresa vino cuando cristina se sentó en la parte de atrás conmigo. Me acariciaba el rabo y pronto lo puso duro. Toque su coño y estaban las bragas mojadas. Ella le decía a Alberto, maridito, este niño es muy malo, me está metiendo mano y como me está poniendo, no voy a poder esperar a llegar a casa. Saco mi rabo y después de mirar por el retrovisor a Alberto se agacho y se lo metió en su boca. Le acariciaba la cabeza, me estaba dando un placer enorme, paro y me dijo, ¿A qué puta te has follado? Que te sabe la polla a eso y no me digas que no, que se cómo sabe una cuca.
Me saco de quicio esa parada en su mamada, cállate puta, tu no preguntas, tu como buena mamona solo mamas, y la empuje hacia abajo, que no me costó y vi que no solo le gusto a ella que le dijera eso, sino también a Alberto. No me corría y eso la desesperaba. Me gustaba como se ponía, con que ganas me mamaba el rabo. Alberto nos avisó ya que llegábamos a los apartamentos y cualquiera nos podía ver. Cristina se incorporó, cayéndole saliva por la boca y con la expresión desencajada de vicio. En el ascensor nos estuvimos besando hasta llegar a nuestra planta.
Cuando entramos en el apartamento, Cristina y yo nos fuimos besando, desnudando, toqueteándonos hasta llegar a su habitación. Íbamos muy lanzados, sobre todo yo. Cristina pidió unas bebidas a Alberto, que fue una disculpa para echarlo de la habitación y hablar conmigo. ¿Te fías de mí? (No espero contestación y lo dio como un sí) pues sígueme la corriente, porque como te dije te voy a enseñar a ser el mejor y para eso hay que “educar” al cornudo. No me mires así, que ahora lo entenderás. Nos pusimos de nuevo a besarnos y a meternos mano, que ya estábamos desnudos.
Alberto llego con una bandeja y tres vasos. La dejo sobre una mesita y se fue desnudando sin quitarnos ojos. Estaba también empalmado y Cristina al verlo dijo, uuummmm, si el cornudo esta también guerrero, lo que le gustan los cuernos, pues ahora ven coge el pollón de nuestro macho y ponlo en mi cuquita. Después de decir esto se puso a cuatro patas, moviendo ostensiblemente el culo y yo muy cortado.
Me asombro que Alberto con un poco de indecisión se acercó, agarro tímidamente mi rabo y lo coloco en el coño de Cristina, que estaba mirando a su marido. Hizo que se pusiera delante de ella y mientras me la follaba, ella le preguntaba, ¿a qué te ha gustado? ¿Cómo has notado la primera polla que tocas? No hace falta queme contestes lo veo en tu cara, haremos el mejor cornudo de ti y del mejor corneador. Que obsesión tenia, en eso. Pero el oírla y la actitud de Alberto provocaban en mi soltar la fiera que llevaba y follarla con cierta “bestialidad” que a ella le gustaba.
Seguimos follando y notaba que los dos estábamos a punto de corrernos, Cristina le dijo a Alberto que se tumbara en la cama y el obediente lo hizo. Empezó a menear más su culo y al final nos corrimos los dos, montando mucho escándalo, me gustaba que no se reprimiese y al hacerlo provocaba en mi la mayor de las satisfacciones, porque hasta follar con ella, las chicas con las que tuve relaciones fueron más modosas. Una vez que nos corrimos, Cristina, se quitó y nada más hacerlo, se sentó prácticamente en la boca de Alberto.
Alberto emitía sonidos profundos de estar cachondo y Cristina con la cara llena de satisfacción, que me indico con la mano que me fuera y me fui, pero no cerré del todo la puerta quería oír lo que pasaba, lo que se decían. Me quede escuchando, se oían más fuertes los sonidos de Alberto y ella le animaba a que siguiera, le decía que lo hacía muy bien, hasta que a ella le empezó a temblar la voz y se corrió gritando de la misma manera. Hubo silencio de palabras, pero se oían las respiraciones profundas.
+ Guau, Alberto, ha sido la primera vez que me lo has “comido” como nunca, ha sido tan bueno que no se ni como expresarlo. Al final tenías razón, es un subidón.
+ Pues me ha pasado lo mismo contigo, que manera de moverte y que manera de correrte, siempre he sabido que guardabas una “fiera” dentro de ti.
+ Y ahora que estamos hablando. ¿te ha gustado probar el sabor de su semen, hoy y el otro día? ¿Qué has sentido cuando se la has cogido?
+ Me supo mejor hoy, cayendo en mi boca mientras te estaba lamiendo y luego sentir como te venias en mi boca, un sabor especial. Lo de agarrarle ese pollón como tú dices, pues al principio me dio algo raro, pero cuando lo agarre bien, fue eso un subidón y más cuando lo coloque para que te lo metiera.
+ Soy muy feliz ahora y al ver tu cara cuando me follan, al ver cómo te pones cuando te decimos cosas, me pone más aún. Pero ahora todavía eres un simple cornudito, en poco serás un cornudo como dios manda.
+ Eres tremenda. Eso es lo que me enamora de ti. Lo que tengo dudas es que pasara una vez que volvamos a nuestra vida diaria.
+ Pues pasara lo que tenga que pasar. Que serás un adorable marido-cornudo y el será nuestro macho, y digo lo de macho, porque hasta que no consiga lo que quiero no parare. Y ya sabes a que me refiero.
+ Lo sé y no sé si seré capaz.
Cristina se rio a carcajadas diciéndole que sería capaz. Quedándome sin saber a qué se referían y me hacían pensar en cómo sería nuestra vida normal. Me levante y desayune rápido, el corazón me bombeaba a toda marcha, pensaba en lo de la noche anterior, en lo que oí, en todo lo que me había pasado y en lo que pasaría a las 11 en casa de Rosana. ¿Estaría su marido? ¿no estaría? ¿Qué querría ella exactamente? ¿Cómo debería actuar cuando llegara? Muchas preguntas y ninguna respuesta clara.
Al no saber dónde quedaba con exactitud la casa, salí con bastante antelación, con la intención de ir dando un paseo a donde fuera. Pregunte al del bar y me explico por dónde ir. No era tan lejos como parecía, me metí en una cafetería para hacer tiempo. Vi salir a Juan Carlos el marido, en su coche. Cinco minutos antes de la hora me acerque a la urbanización y llame al portero automático. Nadie hablo, pero accionaron la puerta, empuje y entre.
Subí en el ascensor y llamé a la puerta, se abrió y quien abriera se quedó detrás de la puerta. Cerró me gire y era Rosana completamente desnuda. Al verla así todas las preguntas que me hice tuvieron su contestación. Nos enroscamos como dos serpientes, nos comíamos por todos los sitios y Rosana me quito la poca ropa que llevaba. Una camiseta, las bermudas y el slip. Que velocidad en despelotarnos. Las tetas las tenía algo caídas, pero eran muy hermosas.
Me decía que estaba nerviosa, que era la primera vez que le era infiel a su marido, que él era muy celoso. Me extrañaba todo y me sonaba a mentira, hasta que me dijo, si suena el móvil no hagas ruido, que será Juan Carlos, que es muy celoso, me llama a cada rato, por eso no voy a la playa por la mañas porque no puedo ir sin él y él está en el golf.
Me daba igual lo que dijera. Nos fuimos a una habitación que tenía dos camas, porque no quería ir a la de matrimonio, me daba igual. Se tumbo en la cama y me puse a comerle el coño, que estaba mojado y que olía a perfume. Estaba enfrascado comiendo su coño, notando como se retorcía, que cuando sonó el móvil, Rosana puso su mano en mi cabeza para que parara, cogió el móvil y contesto. Aunque no tenía el altavoz podía oír a su marido.
Con lo que oía me daba cuenta de que era cierto lo de que era celoso. Quise ser malo y volví a comerme su coño, ella trato de cerrar las piernas, pero no pudo conmigo y cuando mi lengua empezó a lamerlo, se relajó y lo único que hacía era acariciar mi cabeza. Era mía, ya hacia lo que quería y mirar para su cara era delicioso, su mirada morbosa, me ponía cachondo. El ver cómo le costaba hablar con su marido era muy cachondo.
Los nervios se nos fueron pasando a los dos, aunque debíamos de estar cortados, porque decirnos, nos decíamos pocas cosas, eran más sonidos que otra cosa. Cuando ella se corrió dos veces, pareció que le entraron las prisas, estaba deseosa de que me corriera y una vez que lo hice, quería que me marchara ya, por si su marido adelantaba su vuelta. Me quito el condón le hizo un nudo, diciéndome que me lo llevara y lo tirara por ahí. Me m*****aba tanta prisa, sin que se lo esperara me puse a comerle el coño, tratándose de quitar, lo hacía con fuerza pero a los pocos segundos se dejaba hacer.
Pidiéndome más, que no parara, que era muy bueno. Me ponía cachondo ver su cambio y cuando me dijo que le venía, me pare y me la folle, se la metí sin condón y volvió a protestar pero no se quitaba, me decía que no me corriera dentro de ella y no paraba de decirlo, estábamos los dos a punto y me dio palo correrme dentro de ella y al notar que me iba a salir me dijo que no se me ocurriera parar, que terminara dentro de ella y así nos corrimos los dos, fue mucho más intenso que lo de antes.
Cuando saque mi rabo lo saque todo pringoso. Me preocupo haberme corrido dentro de ella y ,me dijo que no me preocupara, que se cuidaba, me hizo gracia. No quería que me corriera dentro de ella, por no dejar “pistas” pero que un buen baño y luego el mar, la dejarían limpia.
Ese fue el final del verano. Se me hizo muy cuesta arriba el volver a la rutina normal. Regresábamos a nuestra vida, en un lugar muy bonito, pero que ahora se me hacía más pequeño de lo que era. No solo por el número de habitantes, que antes lo veía normal, sino porque era una vida más errada, la mentalidad no era lo abierta que pensaba que tenía que ser, que ya lo pensaba antes de las vacaciones y ahora mucho más.
En el coche durante todo el viaje, había algo que me preguntaba. En cuanto se habría equivocado lo que yo decía que era innato en mí, mi “instinto analítico”, en cuantas personas me habría equivocado al “analizarlas” como con Ada y Samuel, que me equivoque con ellos totalmente. Que esa era una asignatura pendiente para el próximo verano, poder follarme a Ada.
©Valenciano ([email protected])